miércoles, 7 de diciembre de 2016

El proceso globalizador y su incidencia en la salud, y el medio ambiente desde una visión Caribeña.

El Presente trabajo fue publicado en el 2006 como capítulo del libro: Nuestro Caribe en el nuevo milenio. Editorial: Universidad de Oriente. ISBN: 959-207-151-9. Santiago de Cuba.


Con la llegada de este nuevo milenio los países del caribe han sido testigos de una apertura sin precedentes del mercado global, impulsado en lo fundamental por el aumento de los flujos de comercio e inversión internacional. La velocidad con que ocurre el cambio es tan alta que muchas personas están temerosas de sus consecuencias.
En las últimas décadas, América latina y el Caribe han experimentado profundas transformaciones socioeconómicas. La mayoría de los países han llevado a cabo una serie de reformas que aspiraron a controlar problemas como un crecimiento económico lento, un endeudamiento creciente y una balanza de comercio negativa. Muchos gobiernos optaron por abrir sus economías nacionales al mercado mundial y procurar atraer inversiones extranjeras. Para lograr estos objetivos, liberalizaron el comercio exterior y promovieron la producción para la exportación. Además desregularizar los mercados financieros e impulsaron los mercados de valores. Otros aspectos claves del cambio socioeconómico es la privatización de empresas estatales, la regulación de los precios exclusivamente a través del mercado, la eliminación de varios subsidios y una reforma del sistema fiscal. La desregulación del mercado de trabajo es otro elemento crucial de la transformación. Para aumentar la competitividad tanto en los mercados internos como externos, la mano de obra tuvo que ser más flexible y, de esta manera más barata. Otro aspecto es la redefinición del papel del estado. Su compromiso con los pobres, que de todos modos siempre fue bien limitado. Al mismo tiempo, el estado se comprometió cada vez más en garantizar condiciones favorables para algunos sectores económicos, sobre todo los que están vinculados con el mercado externo.
Numerosos estudios sostienen que la globalización altera profundamente los servicios de salud y acelera la degradación medioambiental.
Pero una de las mayores contradicciones que enfrenta en la actualidad el sistema globalizador económico impuesto a los países caribeños es la que existe entre el crecimiento económico y el desarrollo sostenible, que parte en esencia de las dimensiones físicas de la economía y del ecosistema donde se desarrolla.
La economía es un subsistema abierto del ecosistema terrestre, el que sin dudas es finito, cerrado y no crece. Por otra parte, hablar de crecimiento es referirse a una categoría cuantitativa esencialmente, mientras que hacerlo implica una categoría cualitativa.
El ecosistema terrestre se desarrolla pero no crece, y existen múltiples factores que evidencian los límites de su crecimiento global. Los más trascendentales son:
-          La apropiación de la biomasa.
-          Los cambios climáticos.
-          El debilitamiento del orificio de la capa de ozono.
-          La degradación de la tierra.
-          La pérdida de la biodiversidad.
Todo lo antes expuesto nos hace sentir escépticos para la consecuencia de un desarrollo sostenible, cuando las economías dan signos equívocos de inestabilidad, y a veces hasta de un colapso inminente, al estar inmersa en un ecosistema evidentemente finito y que no crece.
Sin embargo, recordemos que Carlos Marx concibió leyes económicas que sobrevivían al modo de producción del  capitalismo, quizás para construir una sociedad liberadora. Pero, contrariamente a lo que aseveró Fukuyama en 1995, el fin del socialismo real no ha significado el fin de las utopías. La que indefectiblemente morirá es la utopía neoliberal.
La salud es sin duda, el elemento más apreciado por los pueblos y paradójicamente el más carencial para la mayoría de la humanidad, deficiencia íntimamente asociada al sistema económico neoliberal y a la pobreza.
La historia de la conquista en el Caribe es un triste precedente de lo que ocurre en materia de salud en la actualidad. En aquella época existían muy pocos pueblos establecidos con poblaciones muy reducidas, asentamientos poblacionales que quedaron diezmados por las enfermedades traídas por los conquistadores tales como el sarampión, la viruela y la influenza, fundamentalmente aquellos países que fueron colonizados por España, además por la brutalidad de la explotación socioeconómica a la que fue sometida.
Desdichadamente, la tragedia histórica no sirvió de experiencia, y ya inmersos en el tercer milenio, las principales estrategias de la nueva conquista, la globalización neoliberal (privatización indiscriminada, agricultura exportable, festinado crecimiento económico, desregulación y disminución gradual de la vigencia de los estados en el desarrollo de las naciones) inciden negativamente en todos los factores determinantes en las condiciones de salud: Presupuestos, programa de desarrollo, nutrición, situación sanitaria y en muchas otras que se ponen en evidencia mediante distintos indicadores de aceptación internacional imbricados en la angustiosa situación de pobreza que sufren los pueblos caribeños.
Al exponerse algunos de los principales indicadores de la salud, se evidencia la gran desigualdad que el injusto orden socio-económico impuesto por la globalización neoliberal determina en la región del caribe.
Uno de los más importantes indicadores de salud es la tasa de mortalidad infantil  (por 1000 nacidos vivos) la que está asociada a diferentes factores, como el estado de la salud infantil y materna, el acceso a los servicios de salud y su calidad, las condiciones socio-económicas, el estatus de pobreza y el estado de las acciones y las prácticas de salud pública.
Este indicador se comporta de manera irregular en los distintos países de la región por ejemplo en países como Antigua y Barbuda Dominica y república Dominicana que este indicador lo mantienen por encima de 20, denotándose una  mala aplicación de política en cuanto a salud por parte de estos gobiernos, pero el caso más critico en toda la región lo tiene Haití con 80 donde la pobreza y la desigualdad social son los componentes que más inciden negativamente en este indicador, lo que pone de manifiesto las profundas desigualdades socioeconómicas y de desarrollo general.
Resulta interesante señalar un factor coadyuvante en la disminución de este indicador: la educación. Estudios realizados en el 2004 en 25 países en desarrollo han demostrado que la práctica de la educación materna por un periodo entre 1 y 3 años pueden reducir la mortalidad infantil hasta en un 25 %.
La tasa de fecundidad mundial destaca que ningún país de la región del Caribe clasifica con las tasas más bajas y más altas. Los demógrafos plantean que las tasas de fecundidad tienen un drástico efecto en  el tamaño de la población futura ya que este indicador refleja el promedio de hijos que tiene una mujer durante su vida, en la región la situación mas alarmante la tiene Haití con 4,7 lo que hace que este país dentro de 20 años tenga 4,6 millones mas de habitantes, teniendo efectos drásticos sobre el tamaño de la población.
El crecimiento de la población tiene su base en la reproducción desproporcionada de la especie, sin una política (en la mayoría de los casos) de planificación familiar, incide en este indicador en la región del caribe también los efectos de los movimientos de refugiados, el gran número de trabajadores extranjeros y cambios demográficos debido a circunstancias políticas.
Hoy en la región del Caribe el país más poblado es Cuba con 11.3 millones de habitantes, seguido por República Dominicana con 8.9 y Haití con 8.3, sin embargo para el 2025 de ellos el más poblado será Haití con 12.9 millones el que mantendrá dicho crecimiento para el 2050, para esa época será el país con mayor número de población en la región Caribeña, pero según los científicos mantendrá y crecerá su nivel de pobreza e indigencia.
La población con VIH-SIDA representa, sin dudas, el gran flagelo epidémico de la humanidad a partir de la década del 70 del pasado siglo. Pero en sus inicios  mientras se determinaban sus causas y epidemiología y se estudiaban sus terribles consecuencias en el ser humano, nadie era capaz de imaginar su real magnitud en morbilidad y mortalidad ni su devastadora incidencia en los países Caribeños.
Los 39 millones de personas que hoy habitan el Caribe y la forma de vida que llevan  son factores que afectan las condiciones  del medio ambiente. Una de las más nefastas características de la globalización económica neoliberal es su absoluta desestimación del costo ecológico que ocasionan sus actividades dirigidas a la obtención de rápidas ganancias sin control ni seguridad de los procesos productivos.
Incluso el banco Mundial admite que el crecimiento económico va indefectiblemente asociado a la degradación ambiental y a la aparición de nuevas enfermedades infecciosas en un innegable proceso de causa y efecto.
Sin embargo la devastación del ambiente y sus factores causales son responsables del 25 % de las enfermedades y las muertes que se producen en el mundo. En las últimas décadas se han degradado más de la sexta parte de la tierra productiva pertenece al Tercer Mundo.
Esta continua actividad destructiva acelera la perdida constante de predadores naturales para el control de los vectores de distintas enfermedades, y en la actualidad uno de cada cuatro medicamentos que el hombre consume procede del reino vegetal, mientras que, inconcebible paradoja, según la FAO se talan diez árboles por cada uno que se siembra. Algunos científicos aseguran que para la mitad del tercer milenio se habrá extinguido alrededor de 60 mil plantas.
La criminal capacidad destructiva del hombre, movida por un inescrupuloso afán de enriquecimiento ha permitido que en América Latina y el caribe conforme la segunda zona del mundo en materia de especies animales amenazadas de extinción, que en nuestro caso representan un total de 1244. Según el PNUMA señaló en su informe del año 2000 que estudios concluidos demuestran que cada año, más de 1000 millones de sedimentos son depositados en el mar Caribe y entre el  80  y  90  por ciento de las aguas que llegan a los mares de la región no reciben tratamiento. Las aguas del Océano Atlántico que baña las costas de las islas caribeñas cuentan con el 80 por ciento de los bancos de peces en su punto de máxima explotación, en sobreexplotación o han sido agotados.
América Latina y el Caribe son responsables del 48.3 por ciento de la emisión mundial de dióxido de carbono procedente del cambio de uso del suelo, aunque solo el 4.3 por ciento de las emisiones son de origen industrial.
Estas cifras hacen que la situación de la región del Caribe sea más dramática evidenciando las inequidades presentes en el actual mundo globalizado nos ofrece mucha más información para la comprensión total de la situación que presentan los países de nuestra región.
La urbanización en el Caribe es un fenómeno que surgió ha inicios de siglos, siendo característico de los países en desarrollo, en la actualidad América Latina clasifica como la mas urbanizada del orbe. Diariamente miles de personas en el Caribe abandonan la actividad agrícola como actividad fundamental para su sustento, reorientándose hacia la actividad industrial, comercial o de servicios, las que hoy exigen de un nivel de clasificación que es justamente de lo que carecen las personas que provienen de la agricultura, obligándolos a ir al sector informal de las grandes ciudades. Esta desregulación demográfica hace que en el Caribe hayan cada día menos personas para cultivar la tierra y para producir alimentos, ejemplo vivo se observar en Surinam que solo el 31 por ciento vive en zonas urbanas, haciendo  más amplia la brecha entre la población disponible para la producción de alimento y los disponibles para consumirlo.
En el Caribe en la actualidad se ponen de manifiesto problema medioambientales urbanos, entre otro:
-          Contaminación atmosférica
-          Contaminación sonora
-          Contaminación paisajística
-          Contaminación del agua
-          Desastres naturales
La emisión de CO2 acelera la contaminación atmosférica, la que además es producida por los gases que vierten los vehículos, desechos industriales, combustibles utilizados para cocinar entre otros, las que son conocidas también como sustancias riesgosas o peligrosas para la salud que por supuesto trae consecuencias en la población, como es la carga de plomo en sangre, el que puede producir incluso al retraso mental de los afectados, alta incidencia en la región Caribeña la tiene Trinidad Tobago que emite gran cantidad de toneladas de CO2 a la atmósfera y a esto se le suma que es el país con más alto número de personas con vehículos circulando, teniendo además el mayor número de población urbana, a esto se le suma también el uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas trastornando los ecosistemas costeros dañando irreparablemente el florecimiento de las algas y la vida de los peces.
La población con acceso al agua es otro indicador deplorable en la región, específicamente en Haití ya que el 54 % de su población no tienen acceso a fuentes de aguas mejoradas y el 72 % no tiene acceso a instalaciones de saneamiento adecuado, lo que hace que el problema no sea sólo de escasez sino también de equidad y acceso a su uso, ocasionando las enfermedades llamadas “de origen hídrico” las cuales se originan fundamentalmente por el vertimiento de desechos resultante de la industria y la urbanización, vertidos sin seguridad ni tratamiento alguno en los depósitos y vías de abastecimientos de agua fresca a la población, ha sido causante directa del incremento de morbilidad y mortalidad en la región.
En cuanto al número de especies amenazadas vemos que la cifra es considerable además de preocupante y alarmante, la situación mas llamativa dentro de la región la tiene Jamaica con 34 especies de animales amenazadas o en peligro de extinción, desestimando su trascendental importancia para el ser humano la que reside en que el mantenimiento de su equilibrio le garantiza agua y aire limpio, suelo fértil, recursos alimentarios, medicamentos y abrigos necesarios para su propia supervivencia. Este mismo país tiene en peligro de extinción y/o amenazadas 206 plantas en riesgo de desaparecer para siempre sin considerar que el 80 % de la población mundial depende de medicamentos de origen vegetal para garantizar su asistencia primaria de salud, además de que el 50 % de las drogas y medicinas comercializadas se basan en compuestos biológicos procedentes de especies ajenas a la humana. Sin embargo en las manos de los científicos jamaiquinos puede estar el medicamento que a través de plantas se puede obtener (de las que hoy están en peligro) para las enfermedades que hoy no tienen respuestas medicamentosas como es el Cáncer, SIDA, entre otras.
A  modo de conclusión podemos plantear que el tercer milenio se abrió al Caribe con signos equívocos de incertidumbre económica, medioambiental y de salud heredado del siglo precedente, lo que en vez de mostrar alguna tendencia a su espaciamiento y mengua, se recrudece con sombríos pronósticos.
Las complejidades que entraña el desarrollo sostenible en el Caribe son entendibles si previamente somos capaces de identificar los factores esenciales que inciden en su consecución, los que se entrelazan en dinámicos mecanismos de causa y efecto, muchas veces imposibles de separar y otras de poder establecer entre ellos prioridades para lograrlo.
En el transcurso del trabajo hemos visto toda una serie de elementos concatenados que imposibilitan un desarrollo sostenible para la región, así como su nefasta incidencia en la salud caribeña, que encabeza un irracional sistema económico además de un proceso globalizador.
Desdichadamente, la actividad de una sola especie, la humana, está reduciendo progresivamente la diversidad de otras, transformando negativamente el entorno global mediante la fragmentación de los hábitats, la programación  de las tierras cultivables, la contaminación de las aguas, el uso incontrolado de los tóxicos químicos, etc., todo lo cual va modificando peligrosamente el ambiente y el clima mundial.
Los ecosistemas agredidos de esta manera se forman más susceptibles a la aparición de especies oportunistas y a su diseminación consecutiva. Los predadores naturales se reducen en proporciones desmedidas y con ello se van perdiendo los controles biológicos, dejando así libre el camino a infinidad de patógenos de imprevisibles consecuencias para la salud y la vida, no solo del hombre sino también de los animales y las plantas.
La confluencia de diversos factores: climáticos, demográficos, desastres naturales, y el incremento de los vectores de esas enfermedades en el marco de la población de una gran pobreza, carente de condiciones necesarias y de recursos de salud adecuados, facilitan decisivamente el desencadenamiento de epidemias.
Otro aspecto inherente a la globalización económica neoliberal a la globalización económica neoliberal y a su  incidencia en el desarrollo humano y en la salud es el negocio de la devastación ambiental, del que existen infinidad de ejemplos en el Caribe y en el mundo entero, como el de la Menards and Home Depot, que continúa amenazando al entorno con la tala indiscriminada de grandes extensiones de viejos bosques, transgrediendo las leyes y los programas nacionales.
En los últimos 75 años, la región Caribeña ha presenciado reducciones sin precedente en las tasas de mortalidad y crecimiento de la población, seguidos por inusitadas reducciones en las tasas de fecundidad, entre otras. En los próximos 75 años presenciaremos nuevos retos demográficos, como reducciones en la tasa de fecundidad junto con persistente crecimiento de la población del área y el subsiguiente envejecimiento de la población, y entonces nos preguntamos ¿Estamos listos para enfrentar esos próximos 75 años?
¿Que hacer frente a la angustiosa realidad Caribeña actual?
Ø  Los países de la región deben ser capaces de romper la inercia y reestructurar programas resolutivos eficaces.
Ø  Resulta imprescindible brindarle información a la opinión pública mundial acerca de las causa reales que originan la inestabilidad económica, los instrumentos y métodos de la globalización, su carácter intrínseco, y su negativa incidencia en el bienestar social y la salud de los seres humanos.
Ø  Para contrarrestar la pérdida de biodiversidad y su incidencia en la salud debe llevarnos a la creación de programas, proyectos de colaboración internacional en aras de darle solución, precedidos del diagnostico de los problemas que la ocasión a nivel nacional y regional.
Ø  Desde el punto de vista específico de la salud publica, se debe exigir su prioridad en los presupuestos nacionales, así como la recuperación del papel de los Estados como intermediarios entre los representantes del mercado y los intereses efectivos de la población.
Ø  Debe resultar de gran importancia integrar la vigilancia de salud con el monitoreo ambiental, con el fin de dotar a las comunidades de eficaces sistemas de advertencia sobre la aparición de enfermedades infecciosas.
Ø  Se hace necesario desarrollar equipos epidemiológicos capaces de mantener la integridad de los ecosistemas y actuar rápida y eficazmente frente a cualquier brote epidémico.
Ø  Se debe sistematizar la evaluación sobre las políticas energéticas y ambientales en el contexto de su impacto en la salud, así como las normas  de consumo alimentarios de la población.

BLIOGRAFÍA
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