Con la llegada de este nuevo
milenio los países del caribe han sido testigos de una apertura sin precedentes
del mercado global, impulsado en lo fundamental por el aumento de los flujos de
comercio e inversión internacional. La velocidad con que ocurre el cambio es tan
alta que muchas personas están temerosas de sus consecuencias.
En las últimas décadas, América
latina y el Caribe han experimentado profundas transformaciones socioeconómicas.
La mayoría de los países han llevado a cabo una serie de reformas que aspiraron
a controlar problemas como un crecimiento económico lento, un endeudamiento
creciente y una balanza de comercio negativa. Muchos gobiernos optaron por
abrir sus economías nacionales al mercado mundial y procurar atraer inversiones
extranjeras. Para lograr estos objetivos, liberalizaron el comercio exterior y
promovieron la producción para la exportación. Además desregularizar los
mercados financieros e impulsaron los mercados de valores. Otros aspectos
claves del cambio socioeconómico es la privatización de empresas estatales, la
regulación de los precios exclusivamente a través del mercado, la eliminación
de varios subsidios y una reforma del sistema fiscal. La desregulación del
mercado de trabajo es otro elemento crucial de la transformación. Para aumentar
la competitividad tanto en los mercados internos como externos, la mano de obra
tuvo que ser más flexible y, de esta manera más barata. Otro aspecto es la
redefinición del papel del estado. Su compromiso con los pobres, que de todos
modos siempre fue bien limitado. Al mismo tiempo, el estado se
comprometió cada vez más en garantizar condiciones favorables para algunos
sectores económicos, sobre todo los que están vinculados con el mercado
externo.
Numerosos estudios sostienen
que la globalización altera profundamente los servicios de salud y acelera la
degradación medioambiental.
Pero una de las mayores
contradicciones que enfrenta en la actualidad el sistema globalizador económico
impuesto a los países caribeños es la que existe entre el crecimiento económico
y el desarrollo sostenible, que parte en esencia de las dimensiones físicas de
la economía y del ecosistema donde se desarrolla.
La economía es un subsistema
abierto del ecosistema terrestre, el que sin dudas es finito, cerrado y no crece.
Por otra parte, hablar de crecimiento es referirse a una categoría cuantitativa
esencialmente, mientras que hacerlo implica una categoría cualitativa.
El ecosistema terrestre se
desarrolla pero no crece, y existen múltiples factores que evidencian los límites
de su crecimiento global. Los más trascendentales son:
-
La
apropiación de la biomasa.
-
Los
cambios climáticos.
-
El
debilitamiento del orificio de la capa de ozono.
-
La
degradación de la tierra.
-
La
pérdida de la biodiversidad.
Todo lo antes expuesto nos
hace sentir escépticos para la consecuencia de un desarrollo sostenible, cuando
las economías dan signos equívocos de inestabilidad, y a veces hasta de un
colapso inminente, al estar inmersa en un ecosistema evidentemente finito y que
no crece.
Sin embargo, recordemos que
Carlos Marx concibió leyes económicas que sobrevivían al modo de producción
del capitalismo, quizás para construir
una sociedad liberadora. Pero, contrariamente a lo que aseveró Fukuyama en
1995, el fin del socialismo real no ha significado el fin de las utopías. La
que indefectiblemente morirá es la utopía neoliberal.
La salud es sin duda, el elemento
más apreciado por los pueblos y paradójicamente el más carencial para la mayoría
de la humanidad, deficiencia íntimamente asociada al sistema económico
neoliberal y a la pobreza.
La historia de la conquista
en el Caribe es un triste precedente de lo que ocurre en materia de salud en la
actualidad. En aquella época existían muy pocos pueblos establecidos con poblaciones
muy reducidas, asentamientos poblacionales que quedaron diezmados por las
enfermedades traídas por los conquistadores tales como el sarampión, la viruela
y la influenza, fundamentalmente aquellos países que fueron colonizados por
España, además por la brutalidad de la explotación socioeconómica a la que fue
sometida.
Desdichadamente, la tragedia
histórica no sirvió de experiencia, y ya inmersos en el tercer milenio, las
principales estrategias de la nueva conquista, la globalización neoliberal (privatización
indiscriminada, agricultura exportable, festinado crecimiento económico,
desregulación y disminución gradual de la vigencia de los estados en el
desarrollo de las naciones) inciden negativamente en todos los factores
determinantes en las condiciones de salud: Presupuestos, programa de
desarrollo, nutrición, situación sanitaria y en muchas otras que se ponen en
evidencia mediante distintos indicadores de aceptación internacional imbricados
en la angustiosa situación de pobreza que sufren los pueblos caribeños.
Al exponerse algunos de los
principales indicadores de la salud, se evidencia la gran desigualdad que el
injusto orden socio-económico impuesto por la globalización neoliberal determina
en la región del caribe.
Uno de los más importantes
indicadores de salud es la tasa de
mortalidad infantil (por 1000 nacidos
vivos) la que está asociada a diferentes factores, como el estado de la salud
infantil y materna, el acceso a los servicios de salud y su calidad, las
condiciones socio-económicas, el estatus de pobreza y el estado de las acciones
y las prácticas de salud pública.
Este indicador se comporta
de manera irregular en los distintos países de la región por ejemplo en países
como Antigua y Barbuda Dominica y república Dominicana que este indicador lo
mantienen por encima de 20, denotándose una
mala aplicación de política en cuanto a salud por parte de estos
gobiernos, pero el caso más critico en toda la región lo tiene Haití con 80
donde la pobreza y la desigualdad social son los componentes que más inciden
negativamente en este indicador, lo que pone de manifiesto las profundas
desigualdades socioeconómicas y de desarrollo general.
Resulta interesante señalar
un factor coadyuvante en la disminución de este indicador: la educación.
Estudios realizados en el 2004 en 25 países en desarrollo han demostrado que la
práctica de la educación materna por un periodo entre 1 y 3 años pueden reducir
la mortalidad infantil hasta en un 25 %.
La tasa de fecundidad mundial destaca que ningún país
de la región del Caribe clasifica con las tasas más bajas y más altas. Los
demógrafos plantean que las tasas de fecundidad tienen un drástico efecto
en el tamaño de la población futura ya
que este indicador refleja el promedio de hijos que tiene una mujer durante su
vida, en la región la situación mas alarmante la tiene Haití con 4,7 lo que
hace que este país dentro de 20 años tenga 4,6 millones mas de habitantes,
teniendo efectos drásticos sobre el tamaño de la población.
El crecimiento de la población tiene su base en la reproducción
desproporcionada de la especie, sin una política (en la mayoría de los casos)
de planificación familiar, incide en este indicador en la región del caribe también
los efectos de los movimientos de refugiados, el gran número de trabajadores
extranjeros y cambios demográficos debido a circunstancias políticas.
Hoy en la región del Caribe
el país más poblado es Cuba con 11.3 millones de habitantes, seguido por
República Dominicana con 8.9 y Haití con 8.3, sin embargo para el 2025 de ellos
el más poblado será Haití con 12.9 millones el que mantendrá dicho crecimiento
para el 2050, para esa época será el país con mayor número de población en la región
Caribeña, pero según los científicos mantendrá y crecerá su nivel de pobreza e
indigencia.
La población con VIH-SIDA representa, sin dudas, el gran flagelo epidémico
de la humanidad a partir de la década del 70 del pasado siglo. Pero en sus inicios
mientras se determinaban sus causas y epidemiología
y se estudiaban sus terribles consecuencias en el ser humano, nadie era capaz
de imaginar su real magnitud en morbilidad y mortalidad ni su devastadora
incidencia en los países Caribeños.
Los 39 millones de personas
que hoy habitan el Caribe y la forma de vida que llevan son factores que afectan las condiciones del medio ambiente. Una de las más nefastas características
de la globalización económica neoliberal es su absoluta desestimación del costo
ecológico que ocasionan sus actividades dirigidas a la obtención de rápidas
ganancias sin control ni seguridad de los procesos productivos.
Incluso el banco Mundial
admite que el crecimiento económico va indefectiblemente asociado a la degradación
ambiental y a la aparición de nuevas enfermedades infecciosas en un innegable
proceso de causa y efecto.
Sin embargo la devastación del ambiente y sus factores
causales son responsables del 25 % de las enfermedades y las muertes que se
producen en el mundo. En las últimas décadas se han degradado más de la sexta
parte de la tierra productiva pertenece al Tercer Mundo.
Esta continua actividad
destructiva acelera la perdida constante de predadores naturales para el
control de los vectores de distintas enfermedades, y en la actualidad uno de
cada cuatro medicamentos que el hombre consume procede del reino vegetal,
mientras que, inconcebible paradoja, según la FAO se talan diez árboles por
cada uno que se siembra. Algunos científicos aseguran
que para la mitad del tercer milenio se habrá extinguido alrededor de 60 mil plantas.
La criminal capacidad
destructiva del hombre, movida por un inescrupuloso afán de enriquecimiento ha
permitido que en América Latina y el caribe conforme la segunda zona del mundo
en materia de especies animales amenazadas de extinción, que en nuestro caso representan
un total de 1244. Según el PNUMA señaló en su informe del año 2000 que estudios
concluidos demuestran que cada año, más de 1000 millones de sedimentos son
depositados en el mar Caribe y entre el 80 y 90 por ciento
de las aguas que llegan a los mares de la
región no reciben tratamiento. Las aguas del Océano Atlántico que baña las
costas de las islas caribeñas cuentan con el 80 por ciento de los bancos de
peces en su punto de máxima explotación, en sobreexplotación o han sido
agotados.
América Latina y el Caribe
son responsables del 48.3 por ciento de la emisión mundial de dióxido de
carbono procedente del cambio de uso del suelo, aunque solo el 4.3 por ciento
de las emisiones son de origen industrial.
Estas cifras hacen que la
situación de la región del Caribe sea más dramática evidenciando las
inequidades presentes en el actual mundo globalizado nos ofrece
mucha más información para la comprensión total de la situación que presentan
los países de nuestra región.
La urbanización en el Caribe es un fenómeno que surgió ha inicios de
siglos, siendo característico de los países en desarrollo, en la actualidad América
Latina clasifica como la mas urbanizada del orbe. Diariamente miles de personas
en el Caribe abandonan la actividad agrícola como actividad fundamental para su
sustento, reorientándose hacia la actividad industrial, comercial o de
servicios, las que hoy exigen de un nivel de clasificación que es justamente de
lo que carecen las personas que provienen de la agricultura, obligándolos a ir
al sector informal de las grandes ciudades. Esta desregulación demográfica hace
que en el Caribe hayan cada día menos personas para cultivar la tierra y para
producir alimentos, ejemplo vivo se observar en Surinam que solo el 31 por
ciento vive en zonas urbanas, haciendo
más amplia la brecha entre la población disponible para la producción de
alimento y los disponibles para consumirlo.
En el Caribe en la
actualidad se ponen de manifiesto problema medioambientales urbanos, entre otro:
-
Contaminación
atmosférica
-
Contaminación
sonora
-
Contaminación
paisajística
-
Contaminación
del agua
-
Desastres
naturales
La emisión de CO2 acelera la contaminación atmosférica, la que además
es producida por los gases que vierten los vehículos, desechos industriales,
combustibles utilizados para cocinar entre otros, las que son conocidas también
como sustancias riesgosas o peligrosas para la salud que por
supuesto trae consecuencias en la población, como es la carga de plomo en
sangre, el que puede producir incluso al retraso mental de los afectados, alta
incidencia en la región Caribeña la tiene Trinidad Tobago que emite gran
cantidad de toneladas de CO2 a la atmósfera y a esto se le suma que es el país
con más alto número de personas con vehículos circulando, teniendo además el
mayor número de población urbana, a esto se le suma también el uso
indiscriminado de fertilizantes y pesticidas trastornando los ecosistemas
costeros dañando irreparablemente el florecimiento de las algas y la vida de
los peces.
La población con acceso al agua es otro indicador deplorable en la región,
específicamente en Haití ya que el 54 % de su población no tienen acceso a
fuentes de aguas mejoradas y el 72 % no tiene acceso a instalaciones de
saneamiento adecuado, lo que hace que el problema no sea sólo de escasez sino
también de equidad y acceso a su uso, ocasionando las enfermedades llamadas “de
origen hídrico” las cuales se originan fundamentalmente por el vertimiento de
desechos resultante de la industria y la urbanización, vertidos sin seguridad
ni tratamiento alguno en los depósitos y vías de abastecimientos de agua fresca
a la población, ha sido causante directa del incremento de morbilidad y
mortalidad en la región.
En cuanto al número de especies amenazadas vemos que la cifra
es considerable además de preocupante y alarmante, la situación mas llamativa
dentro de la región la tiene Jamaica con 34 especies de animales amenazadas o
en peligro de extinción, desestimando su trascendental importancia para el ser
humano la que reside en que el mantenimiento de su equilibrio le garantiza agua
y aire limpio, suelo fértil, recursos alimentarios, medicamentos y abrigos
necesarios para su propia supervivencia. Este mismo país tiene en peligro de
extinción y/o amenazadas 206 plantas en riesgo de desaparecer para siempre sin
considerar que el 80 % de la población mundial depende de medicamentos de
origen vegetal para garantizar su asistencia primaria de salud, además de que
el 50 % de las drogas y medicinas comercializadas se basan en compuestos biológicos
procedentes de especies ajenas a la humana. Sin embargo en las manos de los científicos
jamaiquinos puede estar el medicamento que a través de plantas se puede obtener
(de las que hoy están en peligro) para las enfermedades que hoy no tienen respuestas
medicamentosas como es el Cáncer, SIDA, entre otras.
A modo de conclusión podemos plantear que el
tercer milenio se abrió al Caribe con signos equívocos de incertidumbre económica,
medioambiental y de salud heredado del siglo precedente, lo que en vez de
mostrar alguna tendencia a su espaciamiento y mengua, se recrudece con sombríos
pronósticos.
Las complejidades que
entraña el desarrollo sostenible en el Caribe son entendibles si previamente
somos capaces de identificar los factores esenciales que inciden en su
consecución, los que se entrelazan en dinámicos mecanismos de causa y efecto,
muchas veces imposibles de separar y otras de poder establecer entre ellos
prioridades para lograrlo.
En el transcurso del trabajo
hemos visto toda una serie de elementos concatenados que imposibilitan un desarrollo
sostenible para la región, así como su nefasta incidencia en la salud caribeña,
que encabeza un irracional sistema económico además de un proceso globalizador.
Desdichadamente, la
actividad de una sola especie, la humana, está reduciendo progresivamente la
diversidad de otras, transformando negativamente el entorno global mediante la fragmentación
de los hábitats, la programación de las
tierras cultivables, la contaminación de las aguas, el uso incontrolado de los tóxicos
químicos, etc., todo lo cual va modificando peligrosamente el ambiente y el
clima mundial.
Los ecosistemas agredidos de
esta manera se forman más susceptibles a la aparición de especies oportunistas
y a su diseminación consecutiva. Los predadores naturales se reducen en
proporciones desmedidas y con ello se van perdiendo los controles biológicos, dejando
así libre el camino a infinidad de patógenos de imprevisibles consecuencias
para la salud y la vida, no solo del hombre sino también de los animales y las
plantas.
La confluencia de diversos
factores: climáticos, demográficos, desastres naturales, y el incremento de los
vectores de esas enfermedades en el marco de la población de una gran pobreza,
carente de condiciones necesarias y de recursos de salud adecuados, facilitan
decisivamente el desencadenamiento de epidemias.
Otro aspecto inherente a la
globalización económica neoliberal a la globalización económica neoliberal y a
su incidencia en el desarrollo humano y
en la salud es el negocio de la devastación ambiental, del que existen
infinidad de ejemplos en el Caribe y en el mundo entero, como el de la Menards and Home Depot, que continúa
amenazando al entorno con la tala indiscriminada de grandes extensiones de
viejos bosques, transgrediendo las leyes y los programas nacionales.
En los últimos 75 años, la
región Caribeña ha presenciado reducciones sin precedente en las tasas de
mortalidad y crecimiento de la población, seguidos por inusitadas reducciones
en las tasas de fecundidad, entre otras. En los próximos 75 años presenciaremos
nuevos retos demográficos, como reducciones en la tasa de fecundidad junto con
persistente crecimiento de la población del área y el subsiguiente envejecimiento
de la población, y entonces nos preguntamos ¿Estamos listos para enfrentar esos
próximos 75 años?
¿Que
hacer frente a la angustiosa realidad Caribeña actual?
Ø
Los
países de la región deben ser capaces de romper la inercia y reestructurar
programas resolutivos eficaces.
Ø
Resulta
imprescindible brindarle información a la opinión pública mundial acerca de las
causa reales que originan la inestabilidad económica, los instrumentos y métodos
de la globalización, su carácter intrínseco, y su negativa incidencia en el
bienestar social y la salud de los seres humanos.
Ø
Para
contrarrestar la pérdida de biodiversidad y su incidencia en la salud debe llevarnos a la creación de programas, proyectos de colaboración
internacional en aras de darle solución, precedidos del diagnostico de los
problemas que la ocasión a nivel nacional y regional.
Ø
Desde
el punto de vista específico de la salud publica, se debe exigir su prioridad
en los presupuestos nacionales, así como la recuperación del papel de los
Estados como intermediarios entre los representantes del mercado y los
intereses efectivos de la población.
Ø
Debe
resultar de gran importancia integrar la vigilancia de salud con el monitoreo
ambiental, con el fin de dotar a las comunidades de eficaces sistemas de
advertencia sobre la aparición de enfermedades infecciosas.
Ø
Se
hace necesario desarrollar equipos epidemiológicos capaces de mantener la
integridad de los ecosistemas y actuar rápida y eficazmente frente a cualquier
brote epidémico.
Ø
Se
debe sistematizar la evaluación sobre las políticas energéticas y ambientales
en el contexto de su impacto en la salud, así como las normas de consumo alimentarios de la población.
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Globalización Económica Neoliberal y su incidencia en la Salud”. Revista Cubana
de Salud Publica. La Habana, Vol. 28 No. 1, 2002:22-37