domingo, 29 de marzo de 2020

EL CORONAVIRUS EXPLICADO DESDE LA TEORÍA KEYNESIANA “ESPÍRITUS ANIMALES”

El desplome de la burbuja inmobiliaria[1] en Estados Unidos en el año 2006 y la llamada crisis de las hipotecas subprime[2] fueron los antecedentes de lo que más tarde fuera la crisis financiera global del 2008, de dicha crisis primeramente se contagió el sistema financiero de Estados Unidos y a los pocos meses, como un efecto dominó, el internacional, dejando como consecuencias graves problemas de liquidez y generando serias deformaciones en el Sistema Económico Internacional, como las crisis alimentaria, global, medioambiental y derrumbes financieros (como la crisis bursátil de enero de 2008 y la bursátil mundial de octubre de 2008). 
En medio de una crisis generada por la epidemia de coronavirus, a inicios de marzo de 2020 las bolsas del mundo asistieron a una jornada legendaria e histórica que provocó graves desajustes en las finanzas globales. En la jornada, los precios del petróleo cayeron hasta un 30 por ciento, la mayor caída en un día desde la Guerra del Golfo en 1991, luego de que las conversaciones entre Rusia y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no mostraran ningún saldo positivo. 
En Wall Street el Índice Dow Jones[3] retrocedió un 7,8 por ciento, mientras que el Índice Standard & Poor's 500 (S&P 500)[4] se derrumbó un 7,6%, en la peor jornada bursátil desde la crisis financiera de 2008. Todos estos derrumbes lo único que le han dejado a la humanidad, es que, lo que originalmente se percibía como una gran crisis sanitaria se ha transformado en una crisis de confianza ejerciendo presión e influenciando directamente en los desplomes de las bolsas en los últimos días. 
Las respuestas a toda esta volatilidad la encontramos en las obras que nos legara el economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), considerado como uno de los economistas más influyentes del siglo XX y quien dedicara gran parte de obra al estudio, análisis y comprensión de las crisis financieras. 
El termino espíritus animales es un vocablo que Keynes utilizó 1936 en su libro Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero para referirse a como la emoción y el afecto inciden en la conducta humana y que es medible en términos de la confianza de los consumidores. La confianza es generada y proveniente espíritus animales. 
La cita original de Keynes plantea lo siguiente. Aun haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra inestabilidad que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas consecuencias completas se irán presentando en muchos días por venir, sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales —de un resorte espontáneo que impulsa a la acción de preferencia a la quietud, y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas. (Keynes, 2001) 
Como se observa, el término espíritus animales le permitió a Keynes explicar la manera en que el comportamiento humano incidía en la economía, el término enfatiza en que no es posible elaborar modelos económicos previsibles o diseñar configuraciones fundadas en indicadores, como es la confianza. Keynes en su obra muestra con gran claridad cómo influye el comportamiento humano en las tendencias, inclinaciones, pensamientos, ideologías, emociones y desconciertos en el desarrollo y comportamiento de la economía, dejando claridad notoria del comportamiento desmedido, intuitivo y emocional de los individuos y como estos de una manera u otra están presente en sus decisiones económicas más apremiantes. 
En la misma manera en que la confianza perturba las decisiones de consumo o de inversión, los espíritus animales, según Keynes, estarían influenciando en la marcha de la economía, ejemplo de ello fue cuando en el 2008 hubo una desaparición escabrosa e imprevista de liquidez en los mercados monetarios internacionales, lo que sacó a flote los efectos demoledores de lo que una súbita pérdida de confianza puede generar para la economía mundial. 

¿Ante el coronavirus también está fallando la confianza? 

El coronavirus se expande por todo el mundo a pasos agigantados y hasta ahora el hombre poco ha podido hacer para detenerlo y mucho menos contrarrestarlo, algunos estudiosos, economistas y científicos están haciendo las primeras estimaciones del impacto de la pandemia sobre la economía internacional, apreciaciones que no trasmiten optimismo alguno, elementos que nos hacen asomarnos a un panorama totalmente incierto si lo vemos desde las trascendencia de las consecuencias económicas y financieras que dejará la pandemia y por sobre toda las cosas por la desaceleración de la fábrica del mundo, China 
No solo por el pánico, sino también haciendo oídos a las autoridades, los chinos han aceptado quedarse en casa, por su propia salud y por evitar la propagación del virus, pero esto a su vez representa una menor producción, la que se ve reflejada en una caída estrepitosa del consumo y en la demora para la entrega de pedidos, estos elementos, irremediablemente desacelerarán el crecimiento económico previsto para el años 2020 y en dichos resultados el coronavirus tiene mucho que decir. 
El gran temor mundial es que China arrastre a otras economías a la debacle, dada la situación insostenible de los mercados financieros y la gran incertidumbre que refleja la curva de la economía mundial y finalmente se de una inminente recesión global. 

¿Serán los bancos centrales los salvadores? 

Las recesiones del 2001 y 2008 fundamentalmente, se caracterizaron por una falta de demanda, pero el gran desafío que nos impone el coronavirus involucra aspectos como una menor demanda y la limitación en las cadenas de abastecimiento, escenario demanda de los bancos centrales una intervención pero de manera urgente, intromisión que debe estar encaminada a calmar a los mercados e impedir que los problemas de liquidez se transformen en problemas de solvencia, lo que traería consigo una cascada de quiebras empresariales y un alto índice de desempleados. 
Los bancos centrales, necesariamente tendrán que aportar soluciones que ayuden a palera la situación de cada país, pero las soluciones serán muy limitadas, con respecto a la situación que tenían en los momentos en que ayudaron a solventar la crisis del 2008, actualmente los riesgos mundiales son tan eminentes que algunos bancos se mostrarán incapaces de aportar soluciones verdaderamente eficaces. Lo que está ante nuestros ojos es una fuerte resistencia de los mercados a un escenario de dimensiones sorprendentes e imprevisibles 

Bibliografia: 

1. Crisis financiera del 2008. Consultado el 04 de marzo de 2020. Disponible en: www.es.wikipedia.org/wiki/Crisis_financiera_de_2008
2. John Maynard Keynes. Consultado el 5 de marzo de 2020. Disponible en: www.es.wikipedia.org/wiki/John_Maynard_Keynes
3. Keynes, JM. (2201). Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Argentina: Fondo de Cultura Económica, Tercera edición, 2001, pp. 141. 

Referencias bibliográficas

[1] Así se conoce al avance, en la mayoría de los países industrializados occidentales, de los precios de los bienes inmuebles muy por encima de los del resto de bienes y servicios, materializado en dos oleadas o impulsos durante las dos décadas que van desde mediados de los años 1980 hasta mediada la primera década del siglo XXI, con la consiguiente fractura generacional que ello genera al involucrar un bien básico de consumo obligatorio como es la vivienda. 
[2] Fue una crisis financiera, por desconfianza crediticia, que como un rumor creciente, se extendió inicialmente por los mercados financieros de Estados Unidos y fue la alarma que puso en el punto de mira a las hipotecas basura de Europa desde el verano del 2007, evidenciándose al verano siguiente con la crisis financiera de 2008. Generalmente, se considera el detonante de la crisis económica de 2008-2015 en el plano internacional, incluyendo la burbuja inmobiliaria en España. 
[3] Es la expresión con la que se puede traducir al español el nombre del Dow Jones Industrial Average, uno de muchos índices bursátiles creados por Charles Henry Dow, editor del periódico The Wall Street Journal durante el siglo XIX y co-fundador de la empresa Dow Jones & Company 

lunes, 9 de marzo de 2020

LOS BONOS PANDÉMICOS, DISEÑADOS PARA FALLAR ANTE EL CORONAVIRUS

Momentos en que el mundo comienza a preocuparse por la expansión global del coronavirus, el temor de que la infección se convierta en pandemia no deja de preocupar a las autoridades sanitarias del mundo y la mejor opción sería no apostarle a esa idea, que al parecer es la opinión de los mercados bursátiles del mundo, fundamentalmente cuando se trata de una herramienta financiera inusual, como los llamados bonos pandémicos. 
En 2017, con la intención de recolectar fondos de emergencia para auxiliar a los países en vías de desarrollo que fueran afectados por una pandemia, el Banco Mundial (BM), entidad financiera encargada de hacer préstamos financieros a países pobres, emitió dos series de bonos por un monto de 320 millones de dólares. En junio de ese mismo año dicha entidad financiera ya había vendido aproximadamente 391 millones de euros en bonos con la intención de apoyar financieramente a los países en desarrollo ya que son los más vulnerables ante el riesgo de una pandemia. 
Las ventas de dichos bonos sobrepasaron en un 200 por ciento las expectativas, lo que representa que los inversores consideraron esta alza como una oportunidad de ganar dinero. Gran parte de los compradores fueron europeos, entre ellos se encontraban inversionistas especializados en bonos de catástrofe, así como gestores de activos y fondos de pensiones. Según Bloomberg[1], también estaban administradores de activos como Bailie Gifford[2], Amundi[3] y Stone Ridge Asset Management[4]
Los Inversionistas que adquirieron estos tipos de bonos solo perderían dinero si se cumplen ciertas condiciones vinculadas con el brote. De cumplirse tales circunstancias, los bonos no serían reembolsables en su totalidad y dicho dinero sería empleado para hacerle frente la crisis en los países desarrollados, el progresivo y paulatino brote de coronavirus ha provocado que muchos inversionistas traten de vender los bonos que habían comprado, ya que la probabilidad de un contexto inesperado está cada día más latente: que se cumplan las condiciones para que los bonos no sean devueltos. 

Estos requisitos, hasta la fecha nunca se han cumplido, sin embargo, la posibilidad de que se cumplan parece estar latente, por solo mencionar un ejemplo, el espacio menos arriesgado de los bonos no serán devueltos si la pandemia deja más de 2500 muertos en los países en desarrollo, aun cuando China registra más de esa cifra, el Banco Mundial no considera a la nación asiática como un país en desarrollo. El bono Clase B está considerado como el más arriesgado, para su implementación se tiene en cuenta que la enfermedad traspase la frontera internacional de un país y le ocasiones a un segundo país al menos 20 muertos, de ocurrir esto, entonces el dinero de los inversionistas pasará a manos del país en desarrollo, que se encuentre enfrentando la emergencia. 
Para el otorgamiento de los bonos, el Banco Mundial exige dos condiciones fundamentales: 
- Que deben existir 250 o más fallecidos en el país donde se originó la epidemia (cifra superada por China hace ya unos meses) y 
- Que se hayan cumplido tres meses bajo los azotes de la epidemia. 
Según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), excepto China, ningún otro país cuenta con 20 muertos, y aunque Irán, Italia y Corea del Sur se aproximan a 10 fallecidos, las cifras no se logra contener, los críticos de este método consideran que estas condiciones son excesivas y demasiado estrictas, considerando que los inversionistas ya ganaron dinero por ello gracias a los cupones de pago regulares que ya percibieron. 
Según Bodo Ellmers, director del programa de financiamiento para desarrollo sustentable del Foro de Política Global, al respecto señaló que el instrumento era inútil, porque los países beneficiarios solo reciben dinero cuando ya tenemos una pandemia. Por su parte Olga Jones, quien se desempeñó como economista en el Banco Mundial durante treinta años, planteó que era absurdo que ya hayan comenzado las discusiones para una segunda ronda de bonos, porque en realidad fueron diseñados para fallar. Dichos planteamientos traen a colisión las críticas recibidas por el Banco Mundial, en el año 2018 cuando se dio el grave brote de ébola que azotó a la República Democrática del Congo y que los expertos consideraron que el escenario no era propicio para proceder con el pago de los bonos pandémicos, aun cuando alrededor de 500 personas fallecieron y dicha epidemia fue considerada como una de las más peligrosas reportadas mundialmente. 
La tasa de los bonos de la Clase B es del 11 por ciento, mientras que los bonos de la Clase A tienen una tasa de interés del 7 por ciento. Hasta agosto de 2019 se habían cancelado aproximadamente 75,5 millones a los tenedores de bonos en forma de primas, dichos bonos vencen en julio de 2020, sin embargo se desconoce la totalidad pagada en intereses y cupones. Varios expertos de Oxford Economics[5] evaluaron que la transmisión del virus fuera del continente asiático comprimiría en un 1,3 por ciento el crecimiento mundial para el 2020. 
Conclusiones 
Si finalmente algún país en desarrollo se viera beneficiado por los bonos pandémicos, se trataría de cantidades ínfimas si consideramos los graves daños económicos, sociales y ambientales que ocasionaría una pandemia progresiva como la del coronavirus. Ejemplo de ello es el caso de Hong Kong, donde las autoridades gubernamentales otorgarán 1.200 euros a los residentes permanentes que sufrieron afectaciones financieras producto de la crisis del coronavirus, dicha cantidad equivale a 10.000 millones de dólares en aportes en efectivo, dicha cantidad podría superar el dinero que percibirían los países en vías de desarrollo producto del pago de bonos pandémicos. 

Bibliografía: 
1. DW / DS. Bonos coronavirus: qué son y por qué ahora nadie los quiere. Periódico el Perfil. Consultado el 28 de febrero de 2020. Disponible en: www.perfil.com/noticias/economia/bonos-coronavirus-que-son-y-por-que-ahora-nadie-los-quiere.phtml
2. Los “bonos pandémicos” del Banco Mundial bajo escrutinio después de no pagar el ébola. Consultado el 28 de febrero de 2020. Disponible en: www.ft.com/content/c3a805de-3058-11e9-ba00-0251022932c8


Referencias bibliográficas:



[1] Compañía estadounidense de asesoría financiera, así como software, data y media bursátil. Tiene una tercera parte del mercado, similar a Thomson Reuters.
[2]  Empresa de gestión de inversiones que pertenece en su totalidad a 44 socios, todos los cuales trabajan dentro de la empresa. Fue fundado en Edimburgo en 1908 y todavía tiene su sede en la ciudad. Activos bajo administración y asesoramiento de £ 196.3 mil millones o $ 262 mil millones
[3] Empresa francesa de gestión de activos. Con 1.653 millones de euros de activos bajo administración a fines de 2019, es el administrador de activos más grande de Europa y uno de los 10 principales administradores de inversiones de AUM en el mundo
[4] Empresa de administración de activos y actualmente tiene activos por valor de $15 mil millones
[5] Líder en pronósticos globales y análisis cuantitativos, con el único modelo económico totalmente integrado del mundo.