lunes, 6 de febrero de 2017

LA ECONOMÍA EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO CUBANO

Los altos niveles de insalubridad, hambre, miseria y explotación que caracterizaron los años 50 y la crisis estructural heredada del régimen capitalista, posibilitaron el triunfo de la revolución cubana la que tuvo un carácter político ya que la clase revolucionaria había tomado el poder político, en este período la burguesía estaba vencida pero no destruida y es cuando se decide hacer transformaciones económicas.
La naciente revolución se enmarcó en la búsqueda de soluciones apremiantes vinculadas a la sobrevivencia del proceso revolucionario que se comenzaba a gestar y al exhaustivo análisis de las transformaciones políticas y sociales que se necesitaban para conformar una estrategia de mejora que permitiera transfigurar el viejo sistema capitalista decadente de casi cinco siglos de colonialismo y neocolonialismo.

La victoria del ejército rebelde marcó el inicio de una etapa democrática-popular, agraria y antimperialista de la naciente revolución cubana la que se caracterizó por la puesta en marcha de un conjunto de medidas que respondían a los intereses de las clases y sectores populares que constituían la base social de la revolución.

En esos primeros meses se adoptaron medidas necesarias y que dieran respuestas a las necesidades del pueblo, como la Reforma Agraria, con la cual se expropiaron grandes cantidades de hectáreas de tierras a los latifundistas, las cuales le fueron entregadas a los campesinos que en verdad eran los que laboraban la tierra, mientras la otra parte de la tierra se puso en función del desarrollo de granjas estatales.
Este periodo también se vio influenciado por el desarrollo campañas hostiles contra el gobierno revolucionario por parte de la casa blanca, tratando de ahogar la economía cubana: cancelaron la cuota azucarera, pusieron obstáculos para impedir que Cuba les comparara piezas de repuesto, todos estos inconvenientes culminaron con la implantación del bloqueo norteamericano a la isla en 1961. 
Esta revolución cumplió varias tareas, en primer lugar movilizar a las masas para incorporarlas a la lucha consciente que trasformara el entusiasmo inicial en fuerza creadora permanente, en segundo lugar convirtió el dominio extranjero en un proceso de liberación nacional antimperialista y por ultimo estableció nuevas formas de democracia que hicieron de la participación popular el eslabón fundamental para el desarrollo del proceso revolucionario.
Dada la alta dependencia a factores climáticos y a interioridades de la producción de verduras, hortalizas y pecuaria que tenía para esa época el sector agropecuario, se le otorgó una mayor independencia a los eslabones inferiores de la organización empresarial, dicho sistema pero menos centralizado en lo sucesivo se conoció como “Cálculo Económico”, el que consistía en cubrir sus gastos con sus ingresos y así crear excedentes.
En 1961 el gobierno cubano se planteó los objetivos de la estrategia de desarrollo basados en la urgente industrialización del país, mediante un impulso a la industria pesada, la diversificación de la agricultura y la creciente sustitución de importaciones por articulos de producción nacional.
El poder económico al gobierno se lo otorga la propiedad social que se asume en ese momento, adoptándose varias medidas:
1. Confiscación: Eliminación del latifundio, confiscación de empresas privadas y extranjeras, primera y segunda ley de reforma agraria.
2. Nacionalización: Banca privada, industria minera y azucarera.
3. Expropiación: Se expropian los bienes malversados y se crea el ministerio de recuperación de bienes malversados.
Un papel destacado de estos años lo desempeñó el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA). Las necesidades de financiamiento que exigían las unidades del INRA que, por diversas vías, pasaban a engrosar el patrimonio estatal (recuperación de bienes malversados, nacionalizaciones, etcétera), llevó a la creación de un fondo centralizado (en 1961) para realizar la zafra azucarera de ese año. Igual fórmula se ensayó en el conjunto de las actividades industriales que, inicialmente, administró el departamento de Industrias del INRA. Esta experiencia resultó el “germen” de lo que con posterioridad sería el Sistema de Financiamiento Presupuestario. Se gestó por el impulso que le aportó el esfuerzo y coherencia insuflados por el Che. Al crearse, en 1962, el Ministerio de Industrias, su aplicación se extendió al nuevo organismo [1]
Se adoptaron otras medidas de carácter popular tales como rebajas de alquiler y de tarifas telefónicas, construcción de obras sociales, aperturas de nuevas fuentes de empleo, entre otros.
En 1962 Cuba buscaba convertirse en un país agroindustrial a corto plazo, para esto se delimitaron varios objetivos en aquellos sectores considerados claves para la economía, como son: la industria, el sector externo y el agropecuario. El país no logró los objetivos planteados en dicha estrategia y en ello influenciaron varios factores como fueron: la imposición del bloqueo yanqui, la agudización dela lucha de clases, baja formación de los recursos humanos necesarios, la inexistencia de una base estadístico-contable, la débil estructura productiva y la convivencia de varios sistemas de gestión (como el Sistema Presupuestario de Financiamiento y el de cálculo económico).
En el mes de marzo de este mismo año el nuevo gobierno estableció el consumo normado de alimentos y otros bienes, conocido también como la libreta o cartilla de racionamiento, en marzo de 1968 se eliminó casi toda la actividad económica privada e individual, convirtiéndose el estado el único dueño de toda la actividad económica nacional.
En Cuba en el periodo entre 1959 y 1966 se estableció el Modelo de Planificación Centralizada al mismo tiempo se crea en 1960 la Junta Central de Planificación de la Economía (JUCEPLAN) asumiendo las funciones del extinto Ministerio de Hacienda y tenía como funciones además fijar, orientar, supervisar y coordinar la política económica de los diferentes organismos del estado.
En este periodo se produjo una hipertrofia capitalina la que consistía en que el 75 por ciento de la producción no cañera se concentraba en La Habana.
Este modelo sustentado en el balance de materiales consideraba que todas las decisiones debían estar concentradas en el nivel central, a las empresas se les daban indicaciones directivas en cuanto a la producción y el empleo de los recursos productivos, no se empleaban categorías monetario-mercantiles (precio-rentabilidad) y se consideraba que no hacían falta recursos financieros para que se asignaran recursos materiales.
Mostró ventajas en cuanto a mayor selectividad e inmediatez en las decisiones, se propiciaron grandes maniobras y redistribución del ingreso y se logró mayor afinidad con un proyecto social requerido de una fuerte conducción.
Lo que se buscaba era satisfacer necesidades no solo sobre la base de una demanda efectiva, sino sobre la base de asignaciones puramente definidas. 
Este modelo también mostró varias desventajas ya que se logró poca capacidad de decisión de las empresas, rigidez en las estructuras de producción de las empresas, contradicción en el sistema intensivo de materiales, falta de interés de las empresas por las innovaciones tecnológicas, poca especialización en la producción, predominio de las relaciones administrativas (verticales) sobre las relaciones económicas (horizontales), tendencia a la burocratización del aparato administrativo.
Entre 1964 y 1965 se realiza el primer debate sobre el modelo económico y se comenzaba a hablar de un sistema de financiamiento presupuestario, se vio la necesidad de presupuestar desde 1964 la zafra azucarera del próximo año, surge así la necesidad de unir todos los flujos financieros de país y se comienza a organizar una gran contienda que luego sería la gran zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar, por tal motivo la estrategia del desarrollo de la economía se centró en el desarrollo agro-industrial azucarero, no obstante dicha zafra solo llegó a 8 millones. Este modelo fracasó. 
En 1965 Cuba comenzó un proceso inversionista para los próximos cinco años dirigido a impulsar el crecimiento económico, destinando aproximadamente unos 5 249 millones de pesos, de ellos 4 427 fueron dirigidos específicamente al sector productivo y al agropecuario se destinaron 2 101,7 millones.
Entre 1967 y 1970 se cambia el modelo y se pone en vigor un modelo que pretendía construir el socialismo y el comunismo a la vez. En este periodo se inicia el proceso de restructuración del Ministerio de Finanzas, el Banco y la JUCEPLAN para avanzar en las modificaciones del sistema económico, se eliminó el presupuesto y al contabilidad, pues se planteaba que al estado ser dueño de todo el flujo monetario, no tenía necesidad de controlar sino de registrar, creándose un sistema de registro que sustituyó al mecanismo de cobros y pagos en las empresas. Se creó el sistema de registro fundamentalmente en términos físicos.
Se incrementó la seguridad social con una amplia cobertura nacional, la sociedad dio respuestas a las necesidades pero a cambio de que el hombre le diera su esfuerzo, se incrementó la circulación monetaria, la superficie agrícola cultivada; hubo un mayor desarrollo de la mecanización de la cosecha cañera; se incrementó la aplicación de fertilizantes en la agricultura; se logró un incremento de las producciones industriales de importancia vital, tales como: acero, oxígeno, pesticidas y energía eléctrica; se extendieron los beneficios de la educación a prácticamente toda la población, con lo cual se elevó también el grado promedio de escolarización y se mejoró la salud pública, lográndose una disminución de la morbilidad por enfermedades infecciosas, y reducción de la tasa de mortalidad infantil. Decreció la productividad social del trabajo, no existía control del gasto y el costo.
No obstantes a estos avances y crecimientos, podemos plantear en términos generales que la mayoría de los objetivos económicos planteados para esta época solo se cumplieron parcialmente, no obstante se avanzó en la reconversión industrial lográndose la deseada sustitución tecnológica.
Finalmente este modelo fracasa pues se demostró que no se podía construir al mismo tiempo dos etapas en un mismo proceso
Para el periodo 1971-1975 se establece un nuevo modelo denominado: Retorno al modelo centralizado anterior, el cual reconocía los errores cometidos en la conducción económica, se adoptaron medidas para la institucionalización y el fortalecimiento del aparato estatal, se restableció la contabilidad, el costo, el presupuesto y el resto de las categorías económicas que acompañan a la planificación, restitución del principio de redistribución con arreglo al trabajo y eliminación de gratuidades y medidas de seguridad excelentes. El modelo buscaba otorgarle gran importancia a la culminación de los procesos inversionistas que permanecieron suspendidos por la zafra de 1970. 
En 1972 Cuba supo aprovechar muy bien el intercambio comercial con los países socialistas, lo que sumado a los grandes volúmenes de intercambio con estos le permitieron ingresar al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), esta incorporación determinó la incorporación de la isla caribeña a programas conjuntos y ser favorecida con intercambios anuales y quinquenales, convirtiéndose la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en el primer socio comercial del país caribeño, recibiendo créditos y financiamientos favorables. En este mismo año se incrementa el proceso de normación del trabajo y se pone en práctica un nuevo sistema de registro económico.
En este periodo se toman una serie de medidas tendientes a preparar las condiciones para la posterior implantación del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE). En 1972 se intensifica el proceso de normación del trabajo y se elabora un nuevo sistema de registro económico. En 1973, con el XIII Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba se restituye el principio de distribución con arreglo al trabajo. En 1974 se reestructuran la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) y algunos Ministerios[2]
Dicho modelo mostró algunos resultados positivos pues en este periodo la economía cubana logra altas tasas de crecimiento anual, llegando a superar el 7 por ciento, se logró refinanciar la deuda externa, se recibieron créditos para las inversiones, se establecieron relaciones económicas internacionales favorables, se mantiene la economía centralmente planificada. Se evalúan progresos importantes en el ámbito social de incuestionable alcance en el mejoramiento de la calidad de la población cubana.
Sin embargo en materia económica los objetivos trazados no se lograron cumplir en su totalidad, dicho incumplimiento se hizo más enfático debido al sector agropecuario quien debía desarrollar un papel protagónico en el desarrollo económico, para este periodo a la agricultura se le planificó en crecimiento del 46 por ciento y solo pudo crecer en un 20 por ciento.
En este sentido, la especialización productiva, si bien permitió en lo inmediato que el país disfrutara de ventajas comerciales derivadas de la inserción en el CAME y de los precios ventajosos que la URSS pagaba, visto en una perspectiva de más largo plazo, ataba a la economía doblemente. Primero, porque consolidaba la dependencia de la dinámica de la economía al azúcar; y segundo, porque esa dinámica se basaba en una relación de precios muy divorciada de los costos internos de la producción azucarera y, a la vez, en una comparación internacional (con el costo de producción del azúcar de los países socialistas), que si bien hacía ver que nuestra especialización era conveniente, no se apartaba en lo absoluto del principio ricardiano de las ventajas comparativas. Esto tuvo un doble efecto negativo en el largo plazo: por lo que el principio mismo significa desde el punto de vista de la especialización productiva; y porque los precios de referencia del producto que se tomaban en cuenta (los de los países socialistas) estaban bastante alejados del de los productores más eficientes, por lo cual las ventajas comparativas obtenidas no resultaban una buena señal para la especialización productiva. [3]
En 1975 se celebra el primer congreso del Partidos Comunista de Cuba (PCC) y al decretarse este modelo como agotado, se aprobó la plataforma programática y se delimitó la estrategia para el desarrollo económico del quinquenio 1976-1980, identificando al sector industrial como el factor dinamizador del desarrollo.
El país en menos de veinte años de aplicación de una economía socialista logró valores en la industrialización extraordinarios, teniendo en cuenta el punto de partida. Sin embargo el proceso industrializador no ayudó a la disminución esencial de la dependencia económica, las bases de la industrialización no fueron lo suficientemente sólida para fortalecerse como un proceso endógeno, generador de sus propias fuentes de acumulación, como tampoco tuvo una apropiada simetría sobre todo en las que tenían que ver con el consumo de bienes y servicios de la población.
Para los años 1976-1985 surge el modelo centralizado de autogestión, basado en la centralización tradicional pero con cálculos económicos restringidos e inventivos, se implantó la división político administrativa, la creación de la subordinación local y se canalizan los recursos por el territorio para su desarrollo, creándose así la planificación territorial, se plantea la diversificación del modelo de dirección de la agricultura: surgen las cooperativas, las áreas de autoconsumo, se crean los mercados campesinos, el trabajo por cuenta propia y se pone énfasis en la industrialización y el manejo discreto de las proporciones macroeconómicas.
Como resultados de estas medidas se obtuvo un crecimiento de 5,3 por ciento de la economía, se regresa nuevamente al modelo de planificación centralizada sobre balances materiales, funcionando bajo el cálculo económico restringido (libertad dentro de los límites del plan de buscar autofinanciamiento y autogestión económica operativa), con este modelo se logra además establecer la planificación de la circulación monetaria. 
No obstante a estos resultados el modelo presentó insuficiencias tales como: que programas de exportaciones tradicionales como azúcar, níquel y el cítrico no dieron los resultados esperados, las industrias llamadas a sustituir importaciones ocasionaron muchos gastos, la producción de bienes y servicios quedaron rezagados en cuanto a cantidad y calidad, el crecimiento agrícola se hizo dependiente de insumos externos, se lograron altas tasas de acumulación con bajos rendimientos de capital, desbalance comercial e incremento del endeudamiento y fenómenos negativos asociados al mercado campesino, la producción privada y el sistema de precios.
Cambios sustanciales en el orden institucional concibió la estrategia de desarrollo de este periodo como fueron la aprobación de una nueva Constitución de la República; surge una nueva división político-administrativa quedando finalmente en 14 provincias y 169 municipios; se crean los órganos locales, municipales y provinciales del Poder Popular y la reorganización del aparato central del Estado. Se reestructura el Banco Nacional de Cuba y se crean los Comités Estatales de Finanzas y Estadísticas.
En 1978 recalcaba el presidente de la Junta Central de Planificación de Cuba:
En los veinte años transcurridos, no obstante los extraordinarios avances de nuestra Revolución, no hemos alcanzado el ritmo promedio de crecimiento necesario que nos permita salir del subdesarrollo, ni hemos logrado superar la deformación estructural que heredamos del capitalismo e incluso en algunos aspectos, como en la dependencia de la economía externa, esta dependencia se ha vista acentuada por factores que han concurrido para ello… [4]
En ese mismo año es puesto en funcionamiento nuevamente el presupuesto central del Estado, se crea el arbitraje estatal y un grupo de actividades por cuenta propia se legalizan, en esta época comienza también la aplicación de la Reforma General Salarial y en abril de 1980 se crean los Mercados Libres Campesinos.
El año 1981 es el periodo planteado para la culminación de la base técnico-material del socialismo cubano mediante la industrialización y otro conjunto de elementos asociada a ella, como fueron: la satisfacción de las necesidades siempre creciente en cuanto a lo material y espiritual de la población, integración y cooperación interna y externa, mayor especialización y búsqueda de una estructura económica más racional que garantice un crecimiento sostenido y estable, así como la elevación de la eficiencia económica.
En estos años existió una total congruencia entre las medidas de política económica que se adoptaron y la estrategia definida, pero el inadecuado empleo de las herramientas asociadas a ella, así como la hiperbolización del papel otorgado a otros instrumentos. Se le otorgó un mayor interés a las relaciones monetario-mercantiles, sin embargo las herramientas utilizadas para su adecuado funcionamiento (reforma de salarios y precios y el sistema de primas) fueron inadecuadas, esta incorrecta aplicación se debió fundamentalmente a que no se alcanzó el carácter prudente de la conformidad de esas categorías como categorías mercantiles realmente que eran.
En 1982 el país tuvo que afrontar graves problemas de liquidez por lo que se ve obligado a renegociar el pago de la deuda externa, se aprueba el Decreto Ley 50 para normalizar la inversión extranjera en Cuba y en 1984 se crean los mercados paralelos.
El periodo comprendido entre los años 1982 y 1985 resultó ser el de mayor crecimiento económico desde el punto de vista cuantitativo, con una elevación del Producto Social Global del 8,5 por ciento ya que se incrementó en 6,9 por ciento el sector industrial y el de la construcción en 8,6 por ciento. Estos sustantivos crecimientos estuvieron condicionados por el aumento de los precios del azúcar y por las condiciones favorables del financiamiento otorgado por la Unión Soviética.
No corrieron la misma suerte la efectividad de los fondos básicos, la eficiencia del proceso inversionista ni la evolución del sector externo, ya que se unieron al conjunto de serios problemas económicos acumulados en el periodo, como: aplicación de procedimientos y tecnologías arcaicas, poca atención a categorías financieras importantes, falta de consistencia, sistematicidad e integridad, propagación en las diferentes esferas del burocratismo, los precios no tenían nada que ver con la oferta y demanda, inadecuada normación del trabajo, la poca capacidad de generar una mayor exportación en cuanto a cantidad, calidad y diversidad. Se unieron otros problemas exógenos, tales como: la deuda cubana que se debía pagar cada vez era más grande, lo que hacía que las tasas de interés aumentaran considerablemente, la disminución en el mercado mundial de los precios del azúcar y los efectos de la crisis económica internacional.
En 1985 se celebra el tercer Congreso del PCC, donde se aprueban los lineamientos económicos y sociales para el quinquenio 1986-1990, los que iban dirigidos a recobrar la capacidad de pagos del país, a usar adecuada y eficientemente los recursos disponibles, buscar y promover nuevos fondos exportables y a la búsqueda de vías para la sustitución de importaciones, sobre todo las del área de las economías de mercado.
A mediados de los años ochenta se presentaron dificultades tales como: la caída constante en los rendimientos de los fondos básicos, el decrecimiento acelerado en las exportaciones y la permanente ineficiencia en los procesos inversionistas que se llevaban a cabo, entre otros, se mostraron como indicios de debilidad de los elementos que permitieron el crecimiento que se había logrado hasta ese momento.
En 1986 se comienza a aplicar el denominado Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas dado los fenómenos de ineficiencia interna que se mostraban en la economía y por la incidencia de los desequilibrios externos que repercuten de forma directa en Cuba, dicho proceso constituyó una ruptura con los diseños aplicados a inicios de década, esto no consiguió una sustitución total de las relaciones mercantiles, como tampoco significó un cambio importante en la estrategia de desarrollo de la etapa.
En este periodo se comienza a buscar vías y formas para lograr dinamizar la economía, entre ellas: acelerar el desarrollo del turismo, el impulso a la inversión extranjera, surgiendo las primeras sociedades anónimas como Cubancán, la ciencia toma un papel protagónico como palanca del desarrollo, se crea el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) 
En lo referente al sistema de dirección, se aspiró eliminar las desproporciones más innegables y se programó la exploración de nuevos mecanismos para una gestión económico-social las activa y eficiente, surge el concepto de contingentes como una nueva forma de organización estructural y se crea el sistema empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Este año 1986 señaló definitivamente el comienzo de un proceso de retraso de los resultados globales de la economía cubana (de falta de crecimiento económico) del cual a pesar de algunas mejorías discretas no se logra salir.
Las insuficiencias económicas y el desbalance entre exportación e importación impusieron la necesidad de cambiar el modelo, puesto que ya daba síntomas de agotamiento.
Entre los años 1986-1989 comienza la búsqueda de un nuevo modelo, mediante el cual se toma la decisión de mantener el modelo en sus rasgos generales e ir adoptando medidas en áreas específicas, en este periodo comienza la campaña ideológica de rectificación de errores y tendencias negativas, aprobadas en el III congreso del PCC, se prioriza el programa alimentario y la búsqueda de una respuesta agrícola por medio de la técnica (riego, drenaje, parcelación, alimentación animal, etc.), impulso a las construcciones poniendo énfasis en infraestructuras ya existentes, a las obras agrícolas y sociales, vivienda, parques industriales e impulso al insumo, maduración de la infraestructura científico medica e inicio del desarrollo bacteriológico, consagración y acortamiento del ciclo investigación-producción y la creación de los contingentes como forma de organización del trabajo. 
A finales de los años 80 la URSS y los países socialistas absorbían el 63 por ciento de la producción total de la caña de azúcar, el 73 por ciento del níquel, el 95 por ciento de los cítricos y el 80 por ciento de las bebidas. Mientras Cuba importaba de ellos el 63 por ciento de los alimentos, el 86 por ciento de las materias primas, el 98 por ciento de los combustibles y lubricantes, 57 por ciento de los productos químicos, el 80 por ciento de las maquinarias y equipos y el 75 por ciento de las manufacturas, es decir Cuba llegó a tener con estos países las cuatro quintas partes de su intercambio comercial lo que provocó que su desaparición como bloque económico regional trajera serias dificultades en sus relaciones económicas. 
En 1989 Cuba importó algo más de 8 millones de dólares (llegando a ocupar el cuarto lugar por volumen de importaciones en América Latina) en 1990 este nivel se redujo a mil millones de dólares determinado en lo fundamental por los incumplimientos de los países del este europeo y la Unión Soviética.
El incremento la deuda en moneda libremente convertible, la desaparición del campo socialista, entre otros elementos provocaron que la economía cubana cayera en un shock contractivo de oferta y con ello la llegada del periodo especial, decidiéndose la necesidad de buscar un nuevo modelo en medio de una campaña ideológica de rectificación de errores y ese mismo año el gobierno plantea que el modelo de dirección implantado no garantiza la eficiencia y calidad de las inversiones y las exportaciones.
Los inicios de la década de los noventa le impusieron a Cuba nuevos desafíos, con cierta analogía a los padecidos a inicios de la Revolución, pero en esta ocasión con un matiz muy diferente ya que por primera vez en su historia Cuba se encontraba dependiendo solamente de sus propios esfuerzos. 
Estos años de inicios de década se caracterizaron por abruptos cambios en el escenario internacional y con una alta incidencia en la economía cubana, originados por: la desarticulación de los mercados tradicionales, la involución política en Europa del Este, la agudización del bloqueo de Estados Unidos, el nuevo marco regulatorio multilateral surgido a raíz de los acuerdos de la Ronda de Uruguay y la situación económica adversa existente en el país. 
Todos estos elementos hicieron que Cuba replanteara su modelo de inserción en la economía internacional, ya que muchas exigencias y requerimientos con los que Cuba aun operaba ya no eran factibles en los mercados actuales: especialización exportadora basada en producto primarios concentrada en pocas regiones y estructuradas en surtidos no acordes con las tendencias o requerimientos de los nuevos mercados. Alta dependencia importadora en combustibles, materias primas y piezas de repuestos. Gran subordinación a los créditos internacionales, el país quedó totalmente aislado en cuanto a fuentes de financieras extranjeras. Estructura organizativa altamente centralizada con mecanismos empresariales distantes a los nuevos mercados. El país no participaba en ningún esquema de integración regional. Recrudecimiento del bloque económico por parte de los Estados Unidos ante las expectativas de que el país colapsara al no contar con el apoyo del campo socialista.
Entre 1990 y 1993, se procura que la transmisión de la crisis hacia la sociedad fuera lo más equitativa posible, se produce una apertura externa fundamentalmente, se prioriza a los nuevos generadores de moneda libremente convertible (turismo y biotecnología) y se realiza la incorporación de la inversión extranjera a estos esfuerzos de crecimiento económico, entre otras medidas. Sin embargo, la crisis continuó profundizándose por la acumulación de desequilibrios financieros internos, lo cual conduce a una apertura interna de gran alcance, a partir de 1993.[5]
Estos años de la década de los noventa las medidas de ajustes fueron muchas y diversas, además de tener varios planos de análisis, discusión y aplicación, como fueron los ajustes macroeconómicos el que permitió llevar a cabo un proceso de saneamiento de las finanzas internas el que permitió la disminución del exceso de liquidez monetaria en los bolsillos de las personas y el déficit presupuestario. 
En esta época la economía cubana asume un carácter de crisis mostrando una caída de su PIB observándose una desaceleración de la economía, lo que conlleva a una economía en recesión. Dicha crisis estuvo condicionada por factores internos, tales como: un desajuste entre la estrategia, la política y el sistema de dirección, disminución de la oferta, insuficiente demanda externa, entre otras y los factores externos que condicionaron la crisis está el derrumbe del campo socialista, desintegración de la Unión Soviética, desaparición del CAME, los efectos de un mundo globalizado y el recrudecimiento del bloqueo norteamericano a la isla caribeña.
Bajo estas condiciones el país se declara en periodo especial en tiempo de paz y adopta se declara en emergencia nacional dada la incapacidad del país de detener la velocidad de la caída de su PIB. 
En circunstancias difíciles el país comienza a tomar medidas restrictivas y de ajuste económico, como fueron: sensible recorte del combustible, recorte de la electricidad y disminución de programas radiales y televisivos, concentración de escasos recursos en actividades más importantes (las que generaban divisas y sustituían importaciones) entre otros. 
Dicha crisis también trajo consecuencias económicas con alta incidencia en la sociedad: se paralizaron empresas y aunque el estado adoptó medidas para mantener los empleos y los ingresos de los trabajadores creció el desempleo, lo que hace que surja una nueva categoría laboral: Disponible, que no era más que aquel trabajador al que se le pagaba el 60 por ciento de subsidio en su casa sin trabajar, hubo un gradual incremento del gasto en seguridad social, drástica reducción de la canasta alimenticia familiar, el estado asume una elevada carga de ineficiencia económica, el subsidio estatal a los precios y empresas irrentables se elevó, la liquidez acumulada en las personas se quedó sin respuesta material, es decir la población tenía dinero líquido pero no había que comprar.
En las entidades de comercio interior (tiendas) escasearon en gran medidas los productos de primera necesidad, por lo que el gobierno trasladó casi en su totalidad los bienes de consumo disponibles al sistema de racionamiento o canasta básica para de esta forma garantizar una distribución equitativa, incrementándole a la vez los precios a algunos productos que no eran de primera necesidad como las bebidas y los cigarros.
Teniendo en cuenta las medidas de ajustes económicas adoptadas y las disímiles afectaciones a la población, se decide comenzar una reforma económica la que comprendía un conjunto de transformaciones en las relaciones económicas internas, en lo estructural y lo funcional que coordinada con la apertura económica estaban dirigidas hacia la modificación del modelo económico socialista. Buscando entrelazar las medidas de ajuste con la estabilización macroeconómica del país y estas a su vez que permita la aplicación de reformas económicas.

Conclusiones

La dirección del país comenzó a solicitarle al pueblo resistencia económica, planteándose una estrategia de resistencia y desarrollo y se comienzan a dictar las directrices para afrontar el periodo especial. 
Al efectuarse el cuarto congreso del PCC, este le atribuye funciones a su comité central para que estableciera una estrategia económica con un objetivo supremo: salvar la patria, la revolución y el socialismo, con una guía maestra: contar con la resistencia económica del pueblo. 
Momento cardinal de la reforma fue la apertura económica para propiciar cambios estructurales y funcionales en la economía, dicha apertura parte del hecho de mantener las bases del socialismo. 

Referencias bibliográficas

1. Julio A. Díaz Vázquez, “Cuba 1959-2008: gestión y dirección de la economía”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009.

2. Andrés Vilariño y Silvia Domenech, El sistema de dirección y planificación de la economía en Cuba: historia, actualidad y perspectiva, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, cap. 3, p. 115-117.

3. Juan Triana Cordoví, “Cuba: transformación económica 1990-1997: supervivencia y desarrollo en el socialismo cubano”, tesis para la obtención del grado científico de Doctor en Ciencias Económicas, La Habana, 1999.

4. Humberto Pérez, « Discurso en el acto clausura del Seminario Nacional Preparatorio para la elaboración de los estudios de la estrategia de desarrollo perspectivo económico y social hasta el año 2000 », in Economía y Desarrollo, no. 51, La Habana, enero-febrero de 1979, p. 147

5. Omar Everleny Pérez Villanueva, Reflexiones sobre economía cubana, 2da. edición ampliada, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.