lunes, 23 de enero de 2017

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ECONOMÍA DE LA SALUD




A partir del propio surgimiento del hombre, su situación primordial o vital ha sido su supervivencia, el origen de la contabilidad está implícito desde que el hombre, por el mayor desarrollo de las fuerzas productivas, logró tener excedentes en su producción, surgiendo así la posibilidad de cambiar estos productos mediante el trueque. Luego, con las sucesivas divisiones sociales del trabajo y la manifestación del carácter universal de las mercancías, aparece el dinero como medida de valor y se presenta la necesidad de conocer lo que cuesta producir estas mercancías, incluyendo el trabajo para realizarlo, el costo de materiales y otros gastos necesarios para la elaboración. 
Con la revolución industrial y el surgimiento del capitalismo se incrementa la producción, lo que obliga al capitalismo a organizar y controlar los recursos humanos, a mejorar las técnicas de dirección, los controles económicos, evaluar los costos, los que se fueron perfeccionando conjuntamente con el modo de producción y con lo cual estos sistemas alcanzaron un mayor desarrollo en las industrias, a fin de que mediante su análisis y resultados se logrará disminuir los costos de producción y fuera posible competir en el mercado en mejores condiciones en relación con otros capitalistas, lo que permitió incrementar notablemente las ganancias.
El logro de dicha supervivencia el hombre la ha conseguido a través de la producción de bienes materiales como respuesta de su propia actividad laboral, entendiéndose como tal: la actividad consciente del hombre dirigida a transformar o adaptar los bienes que le brinda la naturaleza para sus propios fines, desde tiempos tan remotos al igual que los elementos económicos, la salud ha sido siempre un bien muy preciado, tal y como lo indican las numerosas prohibiciones religiosas de la antigüedad tendientes a preservar la salud por diversos medios. La eficacia de los antiguos ejércitos dependía de los médicos, y no pocas de las grandes conquistas se debieron a los efectos del mal estado de salud más que a la fuerza de las armas. La victoria de Cortes sobre Moctezuma fue posible, o al menos se hizo más fácil, por los estragos causados por la viruela y otras enfermedades que los españoles habían traído consigo. También hay pruebas suficientes de que en los tiempos de la introducción y desarrollo de la trata negrera en América, los dueños de los esclavos prestaban particular atención a la salud de sus siervos, y en Jamaica el número de médicos disminuyó rápidamente después de la emancipación, cuando los dueños de las plantaciones dejaron de contratarlos para atender a sus siervos.
Relacionar la economía con la salud, en tiempos remotos, parecía un absurdo, por lo que no se vislumbraba la vinculación de estas. Estudios posteriores han demostrado cada vez más, que una población sana es un motor para el crecimiento económico de cualquier área, país, región o continente. Muchos expertos en la historia de Europa coinciden en la influencia que para su desarrollo tuvo resolver los problemas de las epidemias que diezmaban su población, prevenir, diagnosticar y tratar numerosas enfermedades, alargar la vida de las personas y en fin, hacerlas más capaces para el trabajo físico e intelectual. A su vez, el avance económico permitió actuar sobre el mejoramiento de la salud en un proceso que no se acaba nunca. Las guerras actuaron en dirección contraria.
Entre las investigaciones más sobresalientes de tales tendencias históricas se encuentran las realizadas por Fogel, las cuales han dilucidado la relación entre talla corporal y alimentación, donde la alimentación es un elemento crucial para la productividad laboral a largo plazo.
La crisis económica internacional enmarcó un estancamiento del desarrollo económico y por ende un deterioro significativo en la producción de bienes y servicios, fundamentalmente en los países menos desarrollados, sin dejar de tener en cuenta que en la segunda mitad del pasado siglo, las ciencias médicas experimentaron avances superiores a todos lo que habían tenido lugar en este campo en los milenios anteriores.
En 1835, el estadístico social norteamericano Quetelet planteó: «En sus primeros años, el hombre vive a expensas de la sociedad, él adquiere una deuda que debe pagar luego y si muere antes de que lo pudiera hacer, su vida ha sido una carga, más que un beneficio para sus conciudadanos.
Más tarde, el economista norteamericano Alfred Marshall sentenció: «La salud y la fortaleza física, espiritual y moral, son la base de la riqueza social, al mismo tiempo la importancia fundamental de la riqueza material radica en que si se administra sabiamente, aumenta la salud y la fortaleza física, espiritual y moral del género humano». Queda expuesto así un nuevo concepto de salud, donde no solo es la ausencia de enfermedad, sino también el estado de bienestar psicosocial, se encuentra contenido dentro del referido pensamiento.
En los años 1951, 1952 y 1957 los economistas Winslow y Myrdal argumentaban, entre otras cuestiones, que la inversión en salud ofrece grandes dividendos en capital humano, que los costos en salud debían proporcionar ganancias económicas por concepto de disminución de la morbilidad y mortalidad de la fuerza de trabajo, así como también que los programas de salud deberían estar integrados al desarrollo económico general. En los últimos 20 años se han producido enfoques de carácter integral que demuestran la estrecha relación entre economía y salud, tema que fue tratado en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria efectuada en Alma Ata (Ex Unión de República Socialista Soviética) en 1978.
Diez años más tarde la Organización Mundial de la Salud (OMS) relaciona la salud con la economía y la enfoca desde varios puntos de vista:
• Prolongación de la vida útil del trabajador
• Disminución del pago de incapacidad
• Baja tasa de mortalidad
• Incremento de la productividad del trabajo
El Banco Mundial en 1993, emitió su informe final "Invertir en salud", cuyas conclusiones se basan en algunas investigaciones innovadoras donde se incluye el cálculo de la carga global de la morbilidad, producto del entorno económico y, lo que en esencia se persigue, es la preservación del capital humano para mantener el incremento de la productividad y obtener mayores ganancias.
La OMS, en ocasión de su 50 aniversario, en su "Informe sobre la vida en el mundo, 1998. La vida en el siglo XXI: una perspectiva para todos» recoge como una preocupación creciente la situación de los recursos para la salud, ante la complejidad y altos costos de sus servicios, lo que dificulta la adopción de decisiones correctas para su asignación. Independientemente de que las tendencias económicas reflejan algunos signos de recuperación, se incrementan las desigualdades, la pobreza, la carencia de vivienda, de educación, el deterioro del saneamiento ambiental, el hambre y la desnutrición, causas que afectan directamente el estado de salud de millones de seres humanos.
Es todo un reto tratar de lograr la equidad en el acceso a los servicios de salud, en un mundo cada vez más rico, pero con mayor número de pobres, donde todo indica, que para incrementar los niveles de atención sanitaria sin afectar la calidad, hay que disminuir los costos. En la contención de dichos costos, las reformas en el sector salud tendrían que dar respuestas acertadas, a las diferentes vertientes que hoy se plantean, tales como:
• ¿Deben incrementarse o reducirse los servicios con financiación pública?
• ¿Ocupan la promoción y prevención un lugar prioritario en las estrategias nacionales?
• ¿Debe mejorarse la eficiencia, financiando servicios de probada efectividad y pocos costosos?
La discusión sobre las reformas en salud ha evidenciado la necesidad que tienen los países de conocer profundamente la situación del financiamiento y los gastos en salud (cuadro 1).



En la mayoría de los países de la región, se ha puesto en marcha un plan de modernización del estado y de reformas del sector salud. Las acciones derivadas de estos procesos han afectado en grado diverso la dinámica política, económica y social de los países involucrados, particularmente de sus sistemas de servicios de salud. Los cambios de las estructuras y funcionamiento sectoriales, tal como la descentralización, las autonomías institucionales, las nuevas formas de financiamiento, el énfasis en el control y recuperación de costos y el diseño de paquetes básicos para la atención de la salud, crean las necesidades de identificar, analizar y reducir las inequidades en salud.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Mok Barceló P. El costo en los servicios de estomatología. Serie: Resultados de investigaciones en economía de la salud, año 2002. La Habana: Editorial Prensa Latina, 2003.

2. Carnota Lauzan O. Tecnologías gerenciales. Una oportunidad para los sistemas de salud. La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2005:144.

3. William Fogel R. New sources and new techniques for the study of secular trends in nutritional status, health, mortality and the process of aging. <http://ideas.repec.org/p/nbr/nberhi/0026.html> [consulta: 22 agosto 2009].

4. George A, Alleyne O, Cohen D. Salud, crecimiento económico y reducción de la pobreza. Washington, DC: OPS, 2003:22-7.

5. Ramos B, Aldereguía J. Medicina social y salud pública en Cuba. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1990:212-22.

6. Cosme J, Cárdenas J, Miyar R. Economía y salud, conceptos, retos y estrategias. <http://new.paho.org/cub/index2.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=57&Itemid=226> [consulta: 22 agosto 2009].