lunes, 10 de julio de 2017

ANTECEDENTES TEÓRICOS DE LA ECONOMÍA AMBIENTAL

Desde la antigüedad la economía, ciencia que estudia la asignación de los recursos de una sociedad, se ha visto relacionada con el uso y la distribución, intercambio y consumo de los recursos naturales. Incluso los conceptos economía y ecología tienen una misma raíz etimológica que significa en griego la palabra casa. Economía como abastecimiento de la casa.

Desde su fundación como disciplina científica, la economía, entonces Economía Política, centro su interés en las causas del progreso y la riqueza de las naciones. Entre otros argumentos se sostenía que la división eficiente del trabajo, la selección de las mejores tierras de cultivo y pastoreo, la relación existente entre los precios relativo de los factores y productos y la especialización adecuada de las economías se traducirían en altos grados de competitividad a la hora de comerciar con otras naciones y en significativas dosis de influencia cuando se decidían las políticas nacionales de desarrollo.

Los primeros economistas teóricos dieron gran importancia a la producción de la riqueza con la intervención de los recursos naturales en virtud de las características de los mismos. Desde aquella época, incluso hasta hace muy poco, a los economistas se les enseñaba que el agua y el aire eran bienes gratuitos y que la naturaleza los prodigaba en cantidades ilimitadas.

Las funciones o servicios ambientales, como el reciclaje del agua y las sustancias nutritivas, o la regulación del clima no eran contempladas por no existir un mercado para ello. El capital natural no se veía como una forma ordinaria de capital, y por tanto, en los cálculos de orden económico no se incluían ni su depreciación ni sus requisitos de mantenimiento.

El medio ambiente era un tema difuso, ocasional y no propio para la economía, y los atributos y funciones naturales de diversos entornos y ecosistemas eran competencia exclusivamente de otras disciplinas como la Biología, Geografía, Filosofía o las Ingeniarías.

Desde Adam Smith la Economía Política señalaba todo el aporte que significó el análisis del valor, que finalmente se circunscribe a la creación del valor mediante el trabajo, pero en su estado seminal toda esta reflexión, produjo conceptos “paralelos” y mediaciones que atendían al valor intrínseco de algunos bienes como es el caso de los bosques. En este sentido la temática del valor es el eje central de la discusión.

Más tarde los clásicos consideran al trabajo el creador del valor y fuente de la riqueza, siendo la naturaleza la que aporta las materias primas.

Panayatou (1994), destaca en su obra, de qué manera se le concedía poca atención al papel del medio ambiente, ya sea como una base de recursos o como un “vertedero” para recibir los desechos de las actividades de producción y consumo.[1]

Sin embargo una vez que el aire, el agua y buena parte de los elementos de la naturaleza se tornaron escasos, la economía entró en escena para colaborar en el diagnóstico y las posibles soluciones de la contaminación ambiental y la degradación ecológica. 

Algunos aportes de indudable valor teórico están referidos a: 

Aristóteles (384-322 a.n.e) consideraba la riqueza como abundancia de dinero, la economía se ocuparía de la administración o gestión de la casa y de los recursos que proporciona la naturaleza. 

Tomás de Aquino (1225-1274) por su parte defendía su simbología cristiana sobre la naturaleza y destino del hombre.

William Petty (1623-1687) sentó las bases de la Economía Política burguesa clásica y en su obra queda un reconocimiento a la problemática ambiental. Trata los fenómenos económicos y políticos como un naturalista, expresando su deseo de estudiar las leyes y los fenómenos de la naturaleza, basa este análisis en el instrumental aritmético y el empleo de métodos cuantitativos.

Con posterioridad a estos estudiosos surge a mediados del siglo XVIII la Escuela Fisiócrata la que consideraba que el ser humano es capaz de acrecentar y controlar a voluntad la producción mediante el trabajo con la ayuda de la ciencia que suplanta el papel activo atribuido anteriormente a las potencias religiosas, considerando más importante el valor de uso de las mercancías que el valor de cambio aunque aceptaban el valor monetario.

La escuela sostenía como tesis básicas:

1. Hegemonía de un orden natural cuyas reglas deben acatar las sociedades humana.

2. El producto neto es producto físico.

3. El modelo fisiocrático se inspira en la biología.

Los representantes más prominentes de esta escuela le prestaron gran interés al cuido y conservación de los recursos naturales, como lo explica Manuel Belgrano en su obra “Escritos Económicos” quien a la vez hace propuestas de conservación de bosques y suelos, estudios que con posterioridad fueron abandonados por los economistas liberales

Con posterioridad los fisiócratas le dan paso a la escuela clásica, la que nace en 1776 siendo su mayor representante Adam Smith, quien es considerado sin dudas, el padre de la economía clásica, además, es quien separa el estudio de la economía política como una ciencia independiente. Sin embargo, no pudo prever los cambios inherentes a la naturaleza y al uso del dinero.

Tres fueron sus principales discípulos, los que sin dudas hicieron aportes de considerable valor teórico- práctico:

- David Ricardo: el más prominente de los discípulos de Adam Smith, quien tuvo una visión pesimista sobre el papel de los recursos naturales, lo que lo llevo a predecir un estado de equilibrio bastante poco atractivo.

- Thomas R. Malthus: Fue uno de los primeros economistas en preocuparse por cuestiones relacionadas con los recursos naturales. Su bien conocida visión del crecimiento demográfico, encierra un gran pesimismo al considerar que los limites de recursos en el ámbito planetario hacen que la capacidad de crecimiento de la producción alimentaría resulte inferior al crecimiento de la población, advirtió a la humanidad acerca de los peligros futuros del crecimiento de su población en progresión geométrica, mientras que los alimentos y recursos vitales lo harían aritméticamente, vaticinio que le hizo ser uno de los científicos peor interpretados por las generaciones que le sucedieron.

- John Stuart Mill: Se le atribuyó haber creado el concepto de “estado estacionario” que desarrolla hoy la economía ecológica y en particular el Sr. Daly German, quien lo cita: “Los economistas políticos tienen que haber visto, con mayor o menor claridad, que el incremento de la riqueza debe tener un limite: Que al final de lo que llaman el estado progresivo se encuentra el estado estacionario, que todo progreso de la riqueza no hace mas que aplazarlo y que cada paso hacia delante nos aproxima a el … Solo en los países atrasados del mundo es todavía un asunto importante el aumento de la producción, en los mas adelantados, lo que se necesita desde el punto de vista económico es una mejor distribución…”[2]

Estos estudios de Mill son ampliados modernamente por Gabrailth en “La sociedad opulenta” y desde luego en la propuesta de la Economía Ecológica.

Este tipo de economía también fue estudiada por Joan Martínez Alier desde el punto de vista del reciclaje y de los suministros y en tal sentido expresa: Los materiales se reciclan en proporciones bajas, no más del 30 a 50 por ciento en el caso del papel, del cobre, del aluminio. Hay que buscar suministros frescos en las Fronteras de la Extracción. No existen economías industriales circulares. La economía industrial no es circular sino entrópica.[3]

Karl Marx también hace aportes a conceptos tan importantes como el de la renta de la tierra para entender el proceso de formación de los precios de los recursos naturales. Además analiza la riqueza del método de análisis Hegeliano aplicado a la economía en la perspectiva de una teoría del capitalismo, y plantea la discusión del valor y sus diferentes formas. La recuperación del concepto del valor de uso, en particular. Esta escuela al darle paso a la profesión de los economistas, analizan los problemas de la demanda, los costos, encontrándose entre sus principales exponentes:

Carl Menger (Austria,1840-1921), León Wieser (Suiza,1834-1910) y Stanley Jevons (Inglaterra,1835-1882) este último, gran pensador que nos dejó como legado el principio de equimarginalidad, que constituye el elemento básico de la economía de los recursos. Juntos fundaron una corriente dentro del pensamiento económico moderno, la teoría neoclasista que sustituyó los énfasis disciplinarios previos del valor- trabajo, la acumulación del capital y la riqueza y prosperidad de las naciones.

Estos estudiosos abogaron también por la “utilidad” como parte de la demanda de las mercancías por tanto elaboraron una teoría de mecanismo de mercado, de esta forma toma auge la Microeconomía en un modelo que intenta hacerse independiente a la naturaleza.

El pensamiento neoclasista como reacción al pensamiento clásico de atribuir al trabajo, fuerza de trabajo, la piedra angular para la construcción del valor de las mercancías. Aquel parte de la premisa de que el valor de las mercancías se va a determinar por su utilidad. Así se considera que este proceso tiene su expresión mas notoria en lo que se ha denominado la “Revolución Jevoniana”[4], y eje básico de los planteamientos posteriores de Walras, Pareto, Marshall, Keynes, Pigou y Coase por solo citar los mayores exponente de este periodo.

La nueva preocupación analítica de la escuela neoclásica por la asignación eficiente de los recursos escasos ante diferentes opciones de utilización solo podía darse en el punto de intersección entre los costos marginales y los ingresos marginales. Por debajo o por arriba de este punto, antes o después del mismo, en todos los otros casos, se trataba de asignaciones ineficientes, de derroche o subutilización de recursos. Situaciones que automáticamente por el libre juego de las fuerzas de la oferta y la demanda, regresarían al equilibrio. 

El equilibrio representa entonces ese punto de eficiencia donde se asignan de tal forma la tierra, el capital y el trabajo en cuantos recursos escasos que todos los mercados se vacían, pues oferente y demandantes están perfectamente de acuerdo en canjear sus bienes a un mismo precio de referencia en cada mercado. Y a eso le llamaron maximización de utilidad conocido mas adelante como el “Optimo de Pareto”, de amplia aplicación en la economía y que teóricamente constituye la base de la acción colectiva en la economía. Existe un óptimo de Pareto cuando se mejora el bienestar de un miembro de la comunidad sin afectar ningún otro. Este concepto va ser ampliado por el criterio de compensación de Kaldor-Hicks. Sea: si alguien se afecta por el daño que provoca el aumento del bienestar de un individuo, tiene que ser compensado. El desarrollo más reciente de la economía- neoclásica experimental provee una rica variedad econometría para medir estas variables.[5]

Aunque en varias de estas formulaciones teóricas hay alusiones al deterioro o perdida de los recursos naturales y a sus efectos adversos sobre la dinámica económica, fueron Wasili Leontief con su matriz de insumo-producto y Ronal Coase, con su preocupación por los costos de transacción, quienes hicieron explicito el problema de la contaminación ambiental y del agotamiento de los recursos naturales como asunto propio de la disciplina económica.

Resulta interesante como estos pioneros del pensamiento neoclásico mostraban su preocupación por el problema de los recursos naturales, pero particularmente como el mercado no funcionaba adecuadamente con los recursos naturales, entiéndase que es el mercado donde se construyen los precios ¿Y los bienes que no van al mercado, como los árboles, la contaminación, el agua, la biodiversidad?[6]

Cabe destacar lo adelantado de Marshall cuando ya en 1829 se refería que al valorar la riqueza de una nación es fácil que se cometan errores, porque muchos de los dones que la naturaleza ofrece al hombre no se incluyen de ninguna manera en el inventario, y porque a este se le subestima la importancia de todo lo que por abundar mucho, tiene un valor pequeño. Otro estudioso fue Kenneth Boulding quien en 1950 desarrolla una introducción a la ecología en su libro Reconstrucción de la Economía.[7]

Las preocupaciones más importantes de la economía neoclásica del medio ambiente o económica de los recursos naturales se centran en la internalización de las externalidades o bien las deseconomías externas como les llama Pigou.

Aquí la producción de las mercancías y otras actividades generan ciertos efectos externos positivos o negativos, que no recae en quien los produce y en consecuencia no son “interiorizados” por sus sistemas contables, sus costos y sus precios. Estos efectos son las externalidades que se dan entre productores y productores, consumidores y consumidores y productores y consumidores. Ejemplo típico es el humo de una fábrica en una comunidad, originándose un costo marginal privado y un costo marginal social que son distintos en el monto de esa externalidad, cuando sea posible medirla.[8]

Arthur C. Pigou (1877-1959) introduce en 1919 la idea de externalidad negativa, que sirve de soporte teórico al campo de la contaminación. Puede decirse que las bases de la economía ambiental estuvieron invernando en la obra de Pigou hasta que la civilización social hacia el deterioro del ambiente propicio su despertar. Harol Hotelling publica en 1931 un trabajo donde recurriendo de manera implícita al principio de equimarginalidad de Jevons, establece un principio básico que indica cuando debe extraerse un recurso no renovable, mostrando así mismo el sendero óptimo de extracción.

Podemos decir que las ideas de Pigou y la particularización del principio de equimargilidad Jevoniano trasladado por Hotelling al campo de los recursos naturales, sirven de base a la constitución de la disciplina de Economía Ambiental.

Algunos autores ubican el surgimiento de la economía ambiental apoyándose en el modelo Pearce - Atkinson basado en la formulación de Hartwick (1977) primero y de Sollow más tarde (1986). La idea principal desarrollada por el primero es el requerimiento de revertir las rentas obtenidas del capital natural en el país de donde se extraen para mantener el consumo real constante a lo largo del tiempo. Sollow desarrolla esta premisa y la reinterpreta como el mantenimiento del stock de capital constante. Con este fin se subdivide el capital en sus tres posibles formas:

- Capital manufacturero (maquina, infraestructura, etc.)

- Capital humano (stock de conocimiento y habilidades)

- Capital natural (recursos naturales renovables o casi- renovables valorados en términos económicos)

El aire, debido a la concentración urbana e industrial y al elevado consumo de combustible domestico, vehiculares y de servicios, se ha contaminado, generando efectos nocivos sobre la salud humana, los ecosistemas y la riqueza material. 

El agua debido al uso domestico que de ella se hace, ya sea como insumo o como cuerpo receptor de descargas residuales de diversos tipos, se ha vuelto escasa y contaminada. 

Los suelos se erosionan, pierden buena parte de sus nutrientes naturales y azolvan ríos, canales, presas e infraestructura hidráulica en las ciudades. Los suelos forestales se convierten en predios agrícolas, en pastizales o zonas habitacionales. Los suelos agrícolas se degradan por el uso excesivo de agroquímicos o por su explotación sin descanso. 

Los bosques templados y tropicales dejan de ser ecosistemas complejos para convertirse en manchones fragmentados de vegetación perturbada, dejan de ser hábitat de fauna silvestre las que migran o se reducen. 

Los paisajes naturales se antropizan y la biodiversidad se vulnera. Los manglares ceden el paso a los impulsos irrestrictos del turismo convencional o de las granjas acuícola costeras y los huracanes hacen mas daño por su entrada franca en los litorales. 

Los mares reciben derrames de sustancias tóxicas y depósitos de residuos sólidos al igual que los ríos, lagos, suelos y acuíferos. 

Todos estos costos ambientales derivados del uso del territorio y de reiterados procesos de producción, distribución y consumo se trasladan a otros agentes económicos y sociales, a otros sitios cercanos y remotos, a otros momentos en el tiempo.

Tales costos ambientales no se asumen por quienes directamente lo generan, nadie los reconoce como suyos, además los mercados de bienes y riquezas acumulan males y pérdidas de bienestar social. La naturaleza y el medio ambiente ya no son mas territorio de abundancia, la economía tiene algo que decir ahora y lo hace mediante la economía ambiental, dicha rama de la economía surge por la preocupación que ha provocado la generalizada situación que presenta el medio ambiente.

La actual situación nos demuestra lo equivocado que muchos de los pioneros de la economía estaban al ignorar el papel del medio ambiente y ya la corriente neoclásica se ve obligada a tener en cuenta la dimensión ambiental: 

“… logrando incorporar al medio ambiente la economía y no la economía al medio ambiente, que es lo realmente impostergable. Este intento se realiza mediante el desarrollo de una nueva rama conocida como Economía Ambiental que se deriva directamente de la teoría de las externalidades antes mencionadas".[9]

Esta rama acepta el hecho de que la actividad económica produce impactos ambientales relevantes, que al no ser valorados por el mercado son exteriores al sistema económico (externalidades) los cuales hay que considerar. Otro elemento a valorar (internalizar) son las demandas ambientales y de recursos de las generaciones futuras, que tampoco el mercado tiene en cuenta.

Resulta de gran importancia para hacer una valoración objetiva de la economía ambiental, los criterios que han vertido sobre este algunos estudiosos del tema, se puede citar a Pearce y Turner (1995) cuando exponen: “La economía ambiental se ocupa de cómo afectan las variaciones de tamaño de la economía (crecimiento económico) a las funciones del medio ambiente, por lo tanto tiende a ser mas holística que la tradicional.” [10] Romero (1997) por su parte la concibe como: “La disciplina económica de los recursos ambientales y naturales, o también llamada economía ambiental tiene como eje central el análisis económico de los recursos ambientales. Esta ciencia pretende establecer las bases teóricas que permiten optimizar el uso del ambiente y de los recursos naturales”. [11]

La aplicación de los principios teóricos que se mencionan en la gestión ambiental en un país, zona, territorio o empresa facilita el desempeño y armonía con el ambiente, tanto a nivel interno como externo, la aplicación de estos principios es ventajoso ya que mediante estos se logra regular las relaciones entre los territorios y empresas con las entidades del estado en la búsqueda de mayor beneficio, mejor aprovechamiento y excelente comercialización de los recursos no renovables que se encuentran en el entorno ya sea de propiedad estatal o privada

Es meritorio destacar que hoy el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) busca una relación directa entre economía y ambiente mediante tres conceptos fundamentales como son: ecodesarrollo, sustentabilidad y economía verde, elementos que por lo estereotipado de su estudio tienen similitud y diferencias. La similitud radica en que ambas otorgan un lugar privilegiado al bienestar humano y la igualdad social evitando daños medioambientales y sus diferencias radican los tres elementos ayudan a la detección temprana de riesgos medioambientales y aportan soluciones a problemas existentes en personas y lugares específicos.

En la actualidad se define la Economía Ambiental como: una rama de la economía que incorpora al medio ambiente en sus análisis habituales y se considera a la variable medio ambiental como un aspecto más influyente en los hechos económicos. Esto implica que su tratamiento sea similar al resto de los aspectos. [12]

Este autor luego de hacer una revisión minuciosa de estos antecedentes teóricos considera que la economía ambiental debe establecer los instrumentos de medición económica que permitan reducir los costos de agotamiento y el uso desproporcionado de los recursos naturales para lograr el desarrollo sostenible.

Atendiendo a su característica de realizar un análisis del medio ambiente en términos económicos y cuantitativos, es decir en función de precios, costos y beneficios monetarios. Y porque se ocupa de la problemática de las externalidades y la asignación de los recursos naturales entre las distintas generaciones.

Finalmente podemos plantear que todos los estudios que nos antecedieron en cuanto a recursos naturales y economía ecológica de conjunto con la necesidad de un uso más racional de estos, constituyen fuentes indispensables de la cual se nutre la actual Economía Ambiental, disciplina que cada día adquiere mayor preponderancia dentro del estudio de la macroeconomía.

Para los conocedores, estudiosos y especialistas de esta disciplina la estimación de los activos ambientales representa un incentivo para el uso y proyección de medidas encaminadas a un correcto y optimo empleo de los mismos.

La Economía Ambiental surge y se desarrolla en un esquema donde la globalización impera y se extiende para mostrarnos una aparente apatía hacia la conservación del medio ambiente, pero nos hemos dado cuenta que realmente no es así, por todo el esfuerzo que a nivel mundial se le viene realizando para mitigar este problema. El punto de partida y eje central para implementar los métodos, técnicas y procedimientos en la Economía Ambiental lo ubicamos precisamente en la Teoría de las externalidades, presunción que abordaremos en próximas investigaciones.

Se considera oportuno plantear en los límites de la investigación, que es aquí donde esta disciplina juega un papel determinante con el objetivo de buscar o por lo menos plantear vías favorables que conlleven a la optimización en la explotación de recursos naturales, cuyas reservas son escasas pero con usos diversos por los cuales hay que optar. Se puede decir que dicha disciplina abarca el estudio de los problemas ambientales empleando la visión y las herramientas de la economía. Coincide la línea investigativa con los economistas que plantean que la Economía Ambiental es una extensión de la economía al campo de estudio del medio ambiente.

BIBLIOGRAFIA

1- Aguilera, F (1994). Agua, economía y medio ambiente: Interdependencias físicas y la necesidad de nuevos conceptos. Revista de Estudios agro-sociales, volumen 1, número 167, pp: 113-130. España. Consultado el 17 de Marzo de 2016. Disponible en: www.dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2166030

2- Boulding, K. (1971) Reconstrucción de la economía. Argentina. Buenos Aires. Editorial: El Ateneo

3- Castellanos, M. (2002) Introducción a la problemática de la valoración económico ambiental, La Habana. Cuba. Editorial: Academia.

4- Tesis y trabajo de grado: Casas, M, (2002) Introducción de la dimensión ambiental en la formación académica de los especialistas en ciencias económicas y contadores: estudio epistemológico y aplicación práctica a la Universidad de Pinar del Rio. (Tesis Doctoral). Universidad de Pinar del Rio. Pinar del Rio. Cuba 

5- Constanza, R. (1991) Ecological Economic: The science and management of sustainability, New Cork. Estados Unidos. Editorial: Paramount. Consultado el 07 de Julio de 2002. Disponible en: www.amazon.com/Ecological-Economics-Science-Management-Sustainability/dp/0231075634

6- Dobb, M. (1975) Teoría del valor y la distribución desde Adam Smith. Distrito Federal. Editorial: Siglo XXI. Estados Unidos Mexicanos. Consultado el 07 de Julio de 2002. Disponible en: www.fundamentosdepoliticaeconomica.files.wordpress.com/2014/09/dbbmauric.pdf

7- Herman D. (1999) Ensayos hacia una economía en estado estacionario. Revista: Economía, Ecología y Ética. Volumen 3, número 11, pág. 35-46. España

8- Herman D. (2013) Una economía de estado estacionario. Revista: Nueva sociedad, volumen 2, Número 244. Buenos Aires. Argentina. Consultado el 02 de Septiembre de 2013. Disponible en: www.nuso.org/articulo/una-economia-de-estado-estacionario/

9- Kuhn, T. (1920) La estructura de las revoluciones científicas, Chicago. Estados Unidos. Ediciones of Chicago.

10- Manes, Ana B. (2004) Reflexiones teóricas acerca de la economía ambiental, Monografias.com, recuperado de : www.monografias.com/tra


1-11-Marozzi, M. Sostenibilidad: hacia una resignificación del concepto Revista Economía y Sociedad, Volumen 1, número 3, pp-93-114. Consultado el 04 de Septiembre de 1998. Disponible en: www.studylib.es/doc/4750414/sostenibilidad--hacia-una-resignificaci%C


12- Martínez A, Joan. Entre la Economía Ecológica y la Ecología Política. Revista Sinpermiso, Nro. 43, 2014, Argentina. Consultado el 29 de Enero de 2017. Disponible en: www.old.sinpermiso.info/articulos/


13- Marx, C. (1960) Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Santiago de Chile, Editorial: Austral

14- Panayatou, T. (1994). Ecología, Medio Ambiente y Desarrollo. Debate Crecimiento Versus Conservación, Ciudad México. México. Ediciones: Gemica.

15- Pazos, C. (2004) La Globalización económica neoliberal y la guerra, antagonistas esenciales del desarrollo sostenible y de la salud. La Habana. Cuba. Editorial: Félix Varela. Consultado el 06 de Noviembre Septiembre de 2005. Disponible en: www.sld.cu/galerias/doc/sitios/infodir/bps04b.doc

16- Segura, O. (1992) Compilador. Desarrollo sostenible y política económica para América Latina. Seminario. San José. Costa Rica.

17- Varían, H. (1988) Microeconomía Intermedia. Editorial: Barcelona. España. www.abebooks.com/book-search/kw/microeconomia-r-varian-hal

18- Vega, E. (2004) La Economía, el medio ambiente y la economía ambiental. Ciudad México. México Editorial: SERMANAT. 

19- Llanes, J. (1999) Políticas económicas ambientales. La Habana. Cuba. Editorial Ciencias Sociales. 

CITAS:

[1] Panayatou, T. Ecología, Medio Ambiente y Desarrollo. Crecimiento & Conservación. Gemica, México 1994. 


[2] Stuart Mill. Principios de Economía Política, citado por Daly German. Economía, Ecológica y Ética. Ensayos hacia una Economía en Estado Estacionario. FCE. México. 1992. Pag 35. 


[3] Martínez A, Joan. Entre la Economía Ecológica y la Ecología Política. Revista Sinpermiso, Nro. 43, 2014, Argentina. 


[4] Dobb, Maurice. Teorías del valor y la Distribución desde Adam Smith. Siglo XXI. México. 1975. 


[5] Varían, H. Microeconomía Intermedia. Microeconomía Superior. E.A.B. España 1966 


[6] Marshall, Alfred. El Agua como Integrante de la Riqueza Nacional. Articulo de 1879. 


[7] Boulding, K. Reconstrucción de la Economía. Editorial ¨El Ateneo¨. Buenos Aires. 


[8] Citado por Aguilera F. Cuadernos de Economía Vol. 17 Pág. 167 España 1991. 


[9] Castellano, M. Introducción a la Problemática de la Valoración Económica Ambiental, Editorial Academia. La Habana, 2002. Pág. 8-19. 


[10] Pearce, D. Turner, K. Economía de los Recursos Naturales y Medio Ambientales, 1995. 


[11] Romero, C. Economía de los Recursos Ambientales y Natural (2da Edición Ampliada) 


[12] Disponible en http:www.ciberconta.unizar.es/leccion/medio12/200.htm