domingo, 11 de marzo de 2018

SERIE: EVENTOS ECONÓMICOS QUE TRASCENDIERON EN EL 2017. CAPITULO V: RETROCESO EN LA NOBLE META DE HAMBRE CERO

Del 13 al 16 de julio del 2015 en Adís Abeba, capital de Etiopía, se desarrolló la 3ra Conferencia Internacional sobre Financiación a favor del Desarrollo, al finalizar el cónclave tres agencias especializadas de la Organización de Naciones Unidas (ONU) elaboraron el informe final. En dicho documento la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) expuso la viabilidad de erradicar el hambre en el planeta hasta 2030, lógicamente si se logra disponer de 267.000 millones de dólares en los próximos 15 años. En tal sentido José Graziano da Silva, director general de la FAO expresó; si mantenemos el estatus que, en 2030 tendremos todavía más de 650 millones de personas muriendo de hambre….creo personalmente que el precio a pagar para erradicar el hambre crónica es relativamente bajo (La República, 2017). 

Según el informe, las medidas de protección social alcanzaran un costo de 116.000 millones de dólares al año a los que se sumaran 151,000 millones por años para invertir a favor de los desposeídos (de ellos 105.000 millones de dólares para el desarrollo rural y la agricultura y 46.000 millones para zonas urbanas). 
Al pasar revista a esos acuerdos en el 2017, se observó que existe un retroceso en la intensión de eliminar el hambre en todo el mundo para el año 2030, registrándose 815 millones de personas con inseguridad alimentaria y más de 2 100 millones de pobres en el planeta, existiendo 38 millones de personas más con respecto al 2016. La totalidad de barrigas vacías en el 2017, comparativamente, representan la población de Estados Unidos dos veces y medio, un poco más de la mitad de la población China, la población de Haití 80 veces, llegando a superar la totalidad de personas que habitan América Latina y el Caribe. 
Según informe de la FAO, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo en el 2017, de esos 815 millones, equivalente al 11 por ciento de la población mundial, 520 millones son de Asia, más de 243 millones pertenecen a África y más de 42 millones a América Latina y el Caribe (FAO, 2017). En este informe elaborado en septiembre por los organismos para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) concordaron en que las razones significativas del retroceso en el camino a la disminución del hambre son los conflictos, unidos a los desastres naturales. El informe destaca, que de los 37 países del continente africano, 29 de ellos se vieron afectados por sequias localizadas, inundaciones y conflictos prolongados, factores que hacen que dichos países requieran ayuda alimentaria externa de inmediato. 
Las confrontaciones que se pusieron de manifiesto el año pasado en países como Nigeria, Sudán del Sur y Yemen y el hambre extendida en Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo y Siria, constituyeron elementos claves para que se fomentara la inseguridad alimentaria severa y se crearan situaciones de hambruna. 
Por otra parte el informe Panorama de la seguridad alimentaria y la nutrición 2017 en Asia y Pacífico, plantea que aunque la seguridad alimentaria mejoró para millones de personas en la región, el hambre y la malnutrición continúan creciendo. La FAO sitúa en 500.000.000 el número de personas desnutridas en Asia y el Pacífico (FAO, 2017). Este organismo internacional reconoce que la región cuenta con la mayor subalimentación del planeta, indicando que para enfrentar la malnutrición se requieren nuevas inversiones en agricultura e incrementar las ya existentes para mejorar el saneamiento, el acceso al agua potable y las dietas de los niños durante sus primeros días de vida, constituyendo la situación de los niños menores de cinco años la mayor preocupación de la FAO ya que uno de cada cuatro sufre de retardo en el crecimiento. 
Al analizar la situación en otra parte del mundo, se observa que en América Latina, tras unos cuantos años de avances graduales, en el 2016 alrededor de 42,5 millones de personas no tuvieron el adecuado acceso a los alimentos para satisfacer sus necesidades siempre crecientes, lo que significó un incremento de 2,4 millones respecto al año anterior. Al comparar la situación alimentaria del continente con otras regiones del mundo, es considerada menos crítica sin embargo se observan signos de detrimento, fundamentalmente, en la parte sur del continente donde el hambre se incrementó en 0,6 por ciento en el 2016, igual situación muestra la parte central del continente, afectando el hambre al 6,5 por ciento de los ciudadanos, el Caribe por su parte logra reducir el flagelo de 18,4 por ciento a 17,7 de 2015 a 2016 respectivamente. 
Paradójicamente a este análisis, resulta alarmante lo corroborado en el informe de la FAO del 2017, denominado Perspectivas de Cosechas y Situación Alimentaria, en el cual se plantea que la producción y abastecimiento de cereal aumentaron a escala internacional. Atendiendo a esto, por regla general a medida que aumenta la producción de alimentos debiera disminuir el hambre y, sin embargo, aumenta la producción de alimentos y de igual forma aumenta el hambre. 
En todo el mundo, un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se derrochan o se pierden en todo el mundo, lo que equivale, según datos de la FAO a 1 300 millones de toneladas de alimentos por años y al 30 por ciento de la tierra cultivable, por encima de eso está el despilfarro, el mal uso del agua potable y de otros muchos recursos imprescindible para hacer producir la tierra. Del total de pérdidas de alimentos, el 65 por ciento se da en el periodo de producción, luego de la cosecha y durante el proceso de elaboración. En los países industrializados las pérdidas fundamentales del desperdicio sucede a nivel del comercio minorista y del consumidor, dado fundamentalmente a una manera de pensar que consiste en tirar lo que no sirve. 
Ante la situación que se nos muestra se precisa del fortalecimiento de los ambientes y los entornos donde habitan y se desempeñan grandes conglomeraciones de personas ya que enrumbar nuevamente el camino por las sendas de la eliminación del hambre para el 2030 es complicado si tenemos en cuenta que además se deben resolver fenómenos que de manera directa influyen en ese empeño, tales como: enfrentamiento a las acuciantes causas de la migración, la miseria, falta de seguridad alimentaria, desempleo y la falta de protección social. 
La problemática más absurda, en este meritorio empeño, radica en que mientras unos buscan la paz, la armonía sana y se empeñan en que niños, mujeres y ancianos cuenten con la correspondiente y necesaria alimentación y no fallezcan por frío y hambre, como sucede con mucha frecuencia, otros parte juegan y provocan guerras, crean conflictos y se alzan ante el mundo como los protectores de la democracia. 
Tal vez, en el 2050 se cumplirá la meta de hambre cero, eso es si con anterioridad las ambiciones de poder de algunos no reducen el planeta a cero al planeta 

Bibliografía: 

1. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, (2017). FAO. Disponible en: www.fao.org/3/a-I7695s.pdf
2. Es necesario cambiar las dietas y reorientar los sistemas alimentarios de la Región Asia-Pacífico, advierte la FAO, (2017). Disponible en: www.news.un.org/es/story/2017/11/1421972
3. FAO: Es posible eliminar el hambre mundial al 2030. (2015). La Republica. Disponible en: www.larepublica.pe/economia/201910-fao-es-posible-eliminar-el-hambre-mundial-al-2030
4. Martínez, S. (2017). 2017 un año de más hambre en el mundo. Prensa Latina. Disponible en: www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=139165&SEO=2017-un-ano-de-mas-hambre-en-el-mundo
5. Panorama de la seguridad alimentaria y la nutrición 2017 en Asia y Pacífico, (2017). Disponible en: www.fao.org/3/a-i7930e.pdf
6. Perspectivas de cosechas y situación alimentaria, (2012). Disponible en: www.fao.org/docrep/015/al990s/al990s00.pdf