Los desastres naturales afectan de
manera desigual a países ricos y pobres, aun cuando su frecuencia es similar
desde 1960, la diferencia central radica en la capacidad de recuperación: las
naciones ricas superan los impactos más rápidamente, mientras que las más
pobres sufren mayores pérdidas humanas y económicas, que pueden prolongarse
durante décadas. El cambio climático ha ampliado esta brecha, ya que el aumento
de temperaturas genera efectos negativos en la salud, la educación y la
productividad, reduciendo el potencial económico de regiones como África y
América Latina hasta en un 15 % si no se intensifican los esfuerzos de
adaptación.
Las políticas actuales se enfocan
demasiado en la respuesta gubernamental directa, subsidios, ayudas y programas,
y no lo suficiente en incentivar acciones preventivas por parte de individuos,
hogares, agricultores y empresas. En los países de ingresos altos, la
disponibilidad de recursos, información climática confiable, seguros accesibles
y una infraestructura sólida facilita la resiliencia, situación que cambia en
los países en desarrollo, la pobreza limita drásticamente la capacidad de
adaptación: la mayoría de los hogares carece de ahorros, el acceso al aire
acondicionado o a seguros agrícolas es mínimo, y la infraestructura
meteorológica es insuficiente.
A pesar de ello, existen ejemplos de
ingenio comunitario, como las escuelas flotantes en Bangladesh, que se han
replicado en otros países, para aprovechar mejor esta creatividad, el Banco
Mundial propone el “método 5i”, una estrategia basada en cinco pilares. El
primero es ingresos, ya que
el crecimiento económico sostenido es el factor más determinante para enfrentar
crisis climáticas. El segundo es información, que permite convertir la incertidumbre
climática en riesgos cuantificables y manejables. El tercer pilar es el seguro, esencial
para amortiguar pérdidas financieras. El cuarto es la infraestructura resilientes, que
debe planificarse considerando los nuevos patrones climáticos.
El
quinto pilar corresponde a intervenciones gubernamentales focalizadas y temporales,
necesarias para proteger a los más vulnerables sin generar dependencia ni
incentivar asentamientos en zonas de riesgo.
La adaptación climática requiere tanto
acción pública como privada, la resiliencia futura dependerá de cómo
individuos, hogares y empresas utilicen su capacidad de innovación, apoyados
por políticas coherentes basadas en los cinco pilares propuestos.